1. Incesto y perversión (11) madre/hijo


    Fecha: 28/11/2025, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... cambio, pensó en Virginia de nuevo.
    
    Desde aquella noche no se habían vuelto a acostar, pero sí había roces, miradas, caricias al pasar, conversaciones cargadas de silencios y dobles sentidos. Todo eso confirmaba que lo sucedido no había sido un error ni un desliz, sino algo que seguía latente, esperando el momento ideal para repetirse.
    
    Pero ese momento no llegaba. La dinámica en esa casa lo complicaba todo. Siempre había alguien: por las tardes, la empleada doméstica merodeaba los ambientes; el jardinero trabajaba en el patio; y por la noche, si no estaban todos, al menos alguno de los otros andaba cerca. Lo que hacía imposible entregarse otra vez como aquella vez. Aun así, Adriel presentía que Virginia también estaba perdiendo la paciencia. Que también tenía ese fuego contenido, esperando una chispa.
    
    Y esa chispa, finalmente, llegó.
    
    Era jueves por la tarde, uno de esos días libres de facultad que solía aprovechar para jugar al fútbol con sus amigos. Pero esa vez, la tormenta lo sorprendió a medio partido. Una lluvia furiosa se desató sobre la ciudad, y tuvo que volver empapado a casa. Sabía que Mauricio aún no había regresado, y que, en teoría, Lulú debía estar ahí estudiando para un examen. No tenía demasiadas expectativas. Caminó las pocas cuadras que lo separaban de la casa con el agua chorreando por cada costura de su ropa. No podía entrar por la puerta principal sin dejar un desastre. Ya se imaginaba la cara de Virginia si dejaba el piso lleno de agua. ...
    ... Le resultaba irónico que en ciertas cosas ella siguiera siendo la misma madre meticulosa de siempre. Así que decidió dar la vuelta y entrar por el lavadero que conectaba con la cocina.
    
    Justo ahí se la encontró.
    
    Estaba de espaldas, preparándose un café. Llevaba una calza negra, de esas que le marcaban el culo y las piernas como si fuera una segunda capa de piel. Adriel se quedó un rato embobado, mirándola, como si tratase de asimilar que había podido estar con esa hembra hacía poco. Sintió como su verga empezaba a hincharse. Entonces ella giró levemente, el cabello rubio se agitó, y quedó a la vista su bella cara de ojos claros.
    
    —Ni se te ocurra entrar así —le dijo desde la cocina—. Quedate ahí. Ya vengo.
    
    Y salió, meneando las caderas lentamente, en un vaivén hipnótico que Adriel se preguntó si lo hacía a propósito, para que él disfrutara el sensual movimiento de ese culo que lo obsesionaba. Era cierto que esa era su manera natural de caminar, pero desde que sucedió lo que sucedió entre ellos, cada mínimo gesto le parecía una provocación.
    
    No podía evitar estar entusiasmado. Aunque, de todas formas, sabía que, pese a estar solos en ese instante, el riesgo estaba ahí. Lulú o Mauricio podían aparecerse en cualquier momento.
    
    Virginia volvió al cabo de un minuto. Traía un toallón enorme en los brazos.
    
    —Vení —le dijo sin más.
    
    Él la siguió. Volvieron juntos al lavadero.
    
    —Sacate la ropa —ordenó con un tono suave, maternal—. Ya la pongo a lavar.
    
    Adriel ...
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