1. Incesto y perversión (11) madre/hijo


    Fecha: 28/11/2025, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos

    ... adelante, rozándole el pecho, dejando ver el inicio de sus senos y ese hueco suave que Adriel recordaba perfectamente. Él llevó las manos a su cintura, acariciando lentamente los costados, subiendo con los pulgares hasta el inicio de su espalda baja. La piel de Virginia estaba tibia, suave, con ese olor entre limpio y levemente dulce que siempre la acompañaba.
    
    Los ojos de ella lo miraron en silencio por unos segundos. Luego se inclinó hacia adelante y lo besó. Primero con suavidad, como tanteando el terreno. Después con más profundidad, con más hambre. Adriel le sostuvo la cara con una mano y con la otra siguió recorriendo su espalda, bajando lentamente hacia las nalgas, hasta que sus dedos se posaron justo sobre el borde de la tanga. Virginia gimió apenas contra su boca, y su pelvis se movió hacia adelante con lentitud, presionando contra él, sintiendo ya la dureza de su pija.
    
    El beso se hizo más prolongado, más cálido, más húmedo. Virginia se movía con una sensualidad medida, sabiendo cuándo apretar, cuándo soltarse. Los dedos de Adriel se aventuraron a tocarla con más decisión, hundiendo los dedos en ese inconmensurable carnosidad. Sus bocas no se separaban más que para respirar, y aun así se buscaban de inmediato. Había una urgencia contenida, un deseo que venía de días —de semanas— acumulándose y que empezaba a desbordar.
    
    Ella le mordió el labio inferior con suavidad, apenas, y después apoyó la frente contra la de él. Ninguno dijo nada. Solo se respiraban el ...
    ... uno al otro, mientras las manos de Adriel seguían bajando y apretando, y las de Virginia se enredaban detrás de su nuca.
    
    Ella se despegó un instante, lo miró a los ojos y sonrió. Entonces le dio un pico, luego le dio un beso en la mejilla, luego uno en la nariz, otro en el ojo. Adriel sonrió. Eran besos cariñosos, que casi podrían pasar por maternales, si no fuera porque ella estaba casi desnuda, y él estaba con una erección tan potente que parecía querer romper el pantalón.
    
    Entonces lo ayudó a quitarse la remera. Vio de nuevo el torso perfecto de su chico. Esa forma de nadador. Le besó en el cuello, con la lengua. Los gemidos de su hijo en su propio oído la hicieron empaparse. Luego le besó el otro lado del cuello, sintiendo cómo las manos de él se cerraban con más fuerza en sus nalgas. Adriel le dijo algo, pero ella no lo comprendió. Luego le dio un chupón en la oreja, que pareció enloquecer al niño.
    
    Finalmente empezó a bajar. Se salió del regazo de él. Se inclinó hacia adelante y le besó el torso. Luego le mordió un pezón, cosa que al chico pareció sorprenderle.
    
    —¿Qué? ¿No te gusta? —preguntó ella, riendo.
    
    —Sí, es que… nunca me habían mordido ahí —dijo él—. Pero sí, se siente muy bien.
    
    —Se ve que todavía tengo muchas cosas que enseñarte —murmuró Virginia.
    
    Le mordió el otro pezón, sintiendo ella misma que disfrutaba de ese gesto. El cuerpo trabado del chico se estremeció ante sus dientes. Siguió bajando. La lengua se deslizó como una babosa hasta llegar a ...
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