Mi cuñado marroquí 2 (Cap VII) - Relatos Eróticos

Mi cuñado marroquí 2 (Cap VII)

... puerta, de manera que me asomé un poco y allí la vi, desnudándose, había preparado ese conjunto de ropa interior negra con encaje que le había ordenado el puto moro hijo de perra. No cabía duda de que tenía intención de asistir.

Y esta vez, ya no sería con la excusa de la cabrona de su hermana.

Quedaban un par de horas para que mi esposa fuese a ese lugar, de manera que quise darle ese espacio de reflexión y volví a mi estudio.

Encendí mi ordenador, y abrí otro de los vídeos.

Ya, ni siquiera miraba las conversaciones, porque me parecían absolutamente banales e intranscendentes.

Ya no solo quería ver cómo mi mujer me traicionaba. Solo quería ver la gravedad de sus actos.

El tercer vídeo fue en un lujoso yate.

Casualmente me puse a recordar y me di cuenta de que se trataba de exactamente el mismo yate. Tenía la misma barra de hierro en la entrada de la cabina. Allí habían tres moros enormes. Sobre la mesa, varios fardos envueltos, posiblemente sería droga o billetes o vete tú a saber qué cojones sería.

En la grabación, se podía ver cómo Abdul introducía una pastilla en el interior de la boca de Laura.

A continuación, la expresión de la zorra de mi cuñada cambiaba diametralmente. Abdul enfocaba con la cámara como Hakim le ofrecía otra pastilla a mi esposa, pero esta la declinaba.

-¿Te crees mejor que tu hermana?…

¿Crees que, porque ella tome una pastilla y tú no, eres superior moralmente?…

Pues te daré una noticia.

Tú eres una zorra igual ...

... de caliente que tu hermana.

También te mueres por tener una verga dura perforando ese coño caliente y chorreante.

No hay más que verte, no hay más que ver esa mirada, esa respiración…-

En ese instante, Hakim cogió las muñecas de Miranda, y juntándolas, las amordazó a una cuerda, enganchándolas a una argolla en el techo. De manera que mi mujer, tenía sus manos y sus brazos, juntos y maniatados hacia el techo.

Laura, nuevamente sobre la mesa, entre los fardos, de lo que posiblemente podría ser droga, se sentía ya completamente ida, ella sola comenzaba a despojarse de su jersey, arqueaba su cintura, bajándose su falda y deshaciéndose de ella, como esperando, como necesitando su ración de verga. Los allí presentes, la miraban y reían.

Entre ellos, pude ver a los dos moros de mierda a los que Lenka amenazó.

Pero la estrella, la figura a la que siempre enfocaba Abdul, era Miranda, mi esposa.

Uno de los moros, Aziz, se acercó junto a su otro compañero, los dos empezaron a lamer las mejillas de Miranda, acariciaban su cuerpo, sus pechos, entre los dos la iban desnudando, su ropa, su camisa, liberando toda la parte superior de esta, para dejar libres su torso y, por ende, mostrar el sujetador.

Eres instante, Hakim se acercó a Miranda y, agarrando su cara con una mano, le dijo.

-Espero que hoy, esta zorra sea complaciente…

Porque ya te he dado demasiadas oportunidades.

Las otras veces, lo he dejado pasar, las otras veces he dejado que mames pollas, que ...