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Un día de lluvia, rayos y truenos
Fecha: 08/12/2025, Categorías: Incesto Autor: Kiko, Fuente: CuentoRelatos
... tenía dos ventanas y una puerta de roble sin pintar. Llegamos a la casa calados. Frotándose las manos, dijo: -¡Qué frío! -¿Enciendo un fuego? Seguía de morros. -Haz lo que te dé la gana. Cogí dos piñas en su saco y palos que había debajo de la lareira. Encendí el fuego con mi mechero de gasolina, y después le dije: -¿Cómo me puedes guardar rencor después de tantos años? -Yo no te guardo rencor. -¿Y por qué hace tanto tiempo que no me hablas? -Me lo prohibió mi madre. Me dijo que acabarías siendo una mala influencia. El tiempo le dio la razón. Todo lo que me decía era nuevo para mí. -¡¿En qué?! -¿De cuantas amigas mías te reíste? Le eché unos palos más al fuego, y le dije: -¿Yo? De ninguna. -Carmiña me dijo… No la dejé acabar de hablar. -Carmiña me metió unos cuernos que no entraba por la puerta de mi casa. Me miró. Su cara era de sorpresa. Me preguntó: -¿Con quién te metió los cuernos? -Eso pregúntaselo a ella. -¿Y las otras siete? -¡Coño! Las tienes bien contadas. -¿Qué pasó con ellas? -Me dejaron ellas a mí. -Si me dijeron todas que se la metiste. -Y metí, eso fue lo malo. -¿Para quién? -Para mí. Después de probar mi polla quisieron probar otras. -¿No me mientes? -¿Qué gano con mentirte? Estuvimos un momento callados frente al fuego. Rompí yo el silencio. -¿Ya entraste en calor? Volvió al tema de antes. -¿De verdad que todas te metieron los cuernos? -Todas. -¿Y te ...
... enamoraste de todas? -Las quise a todas, pero enamorarme no me enamoré de ninguna. -¿Pensaste en mí alguna vez? -Yo, y todos los hombres de la aldea. Caen más pajas pensando en ti que higos da la higuera de Armando. -¡Serás sinvergüenza! -¿Por decir la verdad? -Te preguntaba si pensaste en mí alguna vez para hacer las paces. -Miles de veces. Pero siempre rehuiste mi presencia. -Eso es cierto. ¿De verdad que todos los hombres de la aldea en edad de hacer una paja pensaron en mí alguna vez? -Más de una, eso te lo puedo asegurar. -Vaya, nunca se me había ocurrido pensarlo. -¿Cómo te sientes al saberlo? -Bien, sienta bien saberse deseada. Con el calor me había empalmado. Tapé el paquete con las dos manos. Viendo saltar chispas al arder los palos, le dije: -Me estoy poniendo malo. -¿Qué te pasa? -No puedo decírtelo, si te lo digo dejas de hablarme otra vez. -Dilo sin miedo. -Estoy empalmado. Me sonrió. Me miró para la entrepierna, y me dijo: -No te creo. Quita las manos. Quité las manos, vio el bulto y se escandalizó. -¡Andas salido! -Mujer, los dos aquí solos, te vi las piernas y las bragas… No me dejó acabar. -¡Me voy! -Fuera llueve y hace frío. Se apresuró a decir: -Y aquí hace mucho calor. Elisa estaba colorada cómo un tomate maduro. Al querer irse la cogí por la cintura y la besé en el cuello. Su piel era sedosa. Olía a champú de huevo. Apreté el paquete contra su culo, y le dije: -Tengo ...