Atrapados en el ascensor 4: madura morbosa - Relatos Eróticos

Atrapados en el ascensor 4: madura morbosa

... Esperaba que Greta no me fuera fiel, pero empezaba a pensar que si lo era me quitaría un gran peso de encima, aunque sufriera por amor durante un tiempo.

Sonó el despertador y tenía la sensación de no haber descansado nada. Lo primero que hice fue enviarle un mensaje a Greta, pero, tal y como esperaba, no obtuve respuesta. Tras una breve ducha y un buen desayuno, me fui a trabajar a mi oficina, situada en la decimonovena planta del edificio más emblemático de de la ciudad, el Excelsior.

Fue una mañana dura de reuniones con clientes, pero estaba satisfecho con el resultado. Al mediodía recibí la respuesta de Greta, se acababa de despertar. Le recordé que esa noche teníamos la cena con mis padres y mi hermana, para que al fin se conocieran, y me dijo que estaría allí sin falta. Por la tarde no me quedaba demasiado por hacer, pero seguí en mi despacho, por el simple placer que las vistas me ofrecían.

Al salir del trabajo fui directo a mi casa para recoger a Greta, ya que habíamos quedado allí. Como era de esperar, no estaba allí, porque siempre llegaba tarde. Decidí darle tiempo mientras me cambiaba de ropa, incluso cuando bajé a comprar una botella de vino para la cena. Pero seguía sin aparecer. No me quedó más remedio que llamarla por teléfono, por si le había sucedido algo.

- Llevo una hora esperándote.

- ¿Habíamos quedado?

- Claro, para la puta cena con mi familia.

- Hostia, es verdad, se me había olvidado por completo.

- Pero si te lo he ...

... recordado hace un rato. ¿Has fumado?

- Un poco... es que estoy aquí con un amigo.

- ¿Otra vez?

- Sí, pero enseguida voy para allá.

- Ni se te ocurra, no quiero que mis padres te vean así.

- Te lo agradezco, porque a mí tampoco me apetece nada.

- Pues muy bien. Ya hablaremos... o no.

Siempre supe que solo debía obedecer a mi polla y no al corazón, pero con Greta había cometido el error de hacer una excepción. Aquella fue la gota que colmó el vaso, pero aun así decidí no tomar una decisión definitiva en caliente. Igualmente fui a cenar a casa de mis padres con la idea de poner una excusa que no me dejara como el imbécil que me sentía en ese momento.

La cena fue bastante bien, solo tuve que decirles que Greta no se encontraba bien. Mis padres, que eran mucho más inteligentes de lo que hacían ver, no quisieron preguntarme demasiado, ya que suponían lo difícil que era llevar una relación con una niñata. Solo mi hermana parecía dispuesta a interrogarme, aunque con cautela, porque tenía algo que pedirme.

- ¿Te he hablado alguna vez de mi amiga Lía?

- No que yo recuerde.

- Es abogada como tú, pero de momento no tiene trabajo.

- Bueno, ya encontrará algo.

- Estaba pensando en que tú podrías darle una oportunidad.

- No contrato a nadie sin experiencia.

- No seas así, Yeray, no todo el mundo puede hacer lo que tú hiciste.

- ¿Está buena?

- Oye, que tienes novia.

- ¿Tú la ves aquí?

- Estará jugando con sus muñecas.

- Más bien con los ...