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Atrapados en el ascensor 4: madura morbosa
Fecha: 09/12/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: VickySG, Fuente: TodoRelatos
... desaparecer de allí lo antes posible. Justo cuando se estaban cerrando las puertas entró la mujer de la limpieza. Odiaba compartir ascensor, especialmente con los trabajadores del edificio, pero no podía salir y esperar al siguiente porque ya iba justo de tiempo para la entrevista y no quería comerme una bronca de mi hermana. La señora pulsó el botón de la planta cero y comenzamos a descender. - Buenos días, señor. - Igualmente. - No tiene pinta de que la lluvia vaya a parar. - No, no lo parece. - Detesto mojarme, pero es que me tengo que ir ya. - Muy bien. - Todavía no ha terminado mi jornada, pero tengo que ir al médico. - Vaya, espero que no sea nada. - Yo también, porque hace cinco meses que me dieron la visita y... - Me tengo que bajar, espero que vaya todo bien. En vez de abrirse las puertas del ascensor, se apagaron las luces. La mujer dio un respingo y comenzó a pulsar todos los botones, incluido el de emergencia, pero no daba ningún resultado. Esperaba que fuese algo momentáneo, porque la expectativa de estar ahí atrapado con esa señora no me agradaba en absoluto. Yo me mantuve en calma, confiado en que se solucionara enseguida, pero ella estaba muy nerviosa. No paraba de repetir lo mucho que le había costado que le dieran cita en el médico y lo importante que era que la viesen lo antes posible. A mí me daba igual que llegara o no, incluso no me importaba la entrevista, solo quería dejar de compartir mi espacio con esa señora ...
... tan pesada. - Llevo poco tiempo trabajando aquí, ¿esto sucede a menudo? - Yo llevo dos años y es la primera vez. - Y tenía que suceder justo hoy... - Habrá sido por la lluvia. - Pues no me conviene nada agobiarme. - ¿Tienes problemas de corazón? - No lo sé, eso es justo lo que deberían decirme hoy. - Confiemos en que esto se solucione pronto. Media hora después, hasta yo comenzaba a desesperarme. Nos habíamos quedado a centímetros de llegar a la planta, así que podíamos escuchar a la gente que pasaba por delante del ascensor. Alguno incluso intentó abrir la puerta a la fuerza, pero enseguida desistían y nos dejaban allí encerrados, sin darnos respuestas sobre si se estaba haciendo algo para solucionarlo. La mujer de la limpieza sacó un rosario de su bolso y comenzó a rezar, haciendo que me supiera más nervioso. Debía tener unos cincuenta años, pero no tenía pinta de ser creyente, por eso me sorprendieron sus oraciones. Sabía que no había que juzgar a nadie por sus apariencias, pero sus uñas largas pintadas de rojo y el exceso de escote incluso con el uniforme de trabajo me confundían. - Dios mío, ya no llego a la consulta. - Ya te darán otra cita. - Puede que para entonces ya sea tarde. - Puede que lo que tengas no sea grave. - Seguro que sí, llevo casi un año con pinchazos en el pecho. - Quizás sea algo muscular. - Mi madre murió de un infarto a mi edad. - Eso no quiere decir nada, señora. - Me llamo Ramona. - Yo soy ...