-
Aldana
Fecha: 12/12/2025, Categorías: Lesbianas Autor: Esquiva, Fuente: CuentoRelatos
... enfrente de tu casa ¿puedo pasar? Me sorprendió esa visita como me hubiera sorprendido la visita del mismísimo Rafael, cualquiera de los dos, el del Renacimiento o el más reciente, el cantante español… Aldana vestía una falda blanca de algodón, una blusa azul oscuro de mangas cortas y sandalias de tiritas, cargaba un bolso tejido muy pequeño y llevaba en la muñeca unas pulseras finísimas de acero inoxidable. La invite a sentarse en la cama desordenada mientras me daba una ducha. -Dime, dije al salir rápidamente del baño, solo me había puesto un short y una blusita sin mangas. -Pues, mira, yo… no sé por dónde empezar, es que tenemos tan poca confianza que tal vez te puede parecer un atrevimiento que yo venga a tu casa a… -Mira, muchacha, ve al grano y pongamos esto claro de una vez ¿tienes problemas con tu padre, ¿verdad? -¿Cómo lo sabes?- dijo al tiempo que enrojecía. -No debe de ser difícil tener problemas con él, me imagino… Suspiró con fastidio. -Tengo que volver a Madrid y, eso me aterra, por un lado no quiero dejarlo solo porque me da miedo de que meta la pata en la administración del negocio, y por otro lado, lo que me espera allá es difícil… Opté por callar y dejar que se desahogara. -¿Sabes? Tengo que retirar de un banco las cosas que mi madre dejó para mí cuando se murió, hace más de seis meses. -¿No estuviste con ella cuando murió? Permaneció callada un momento, mirando el techo, como si buscara en las Alturas, entre las ...
... telarañas, alguna señal de salida para la angustia que sin duda la acongojaba. -Ella murió en un manicomio. Tenía una esquizofrenia paranoide irreversible… -¿No puedes pedir que te envíen eso por correo? -Podría, pero tengo que hacer trámites en la universidad, firmar papeles, no puedo dejar de ir. -Cuéntame más. Eran casi las tres de la tarde cuando Aldana se fue. Comimos un arroz blanco con huevos fritos y yo fui a mi universidad. No la vi esa noche en el bar y me cuidé muy bien de que el Viejo supiera nada de nuestra charla. Una semana después casi había olvidado nuestra charla. Pero Aldana volvió y se puso a ayudarme en un momento en que el local se había llenado y todo el mundo pedía tragos. -Tenemos que hablar- me dijo, como si yo estuviera involucrada en todo lo que le había pasado. Salimos a las dos de la mañana y Aldana simplemente le avisó a su padre que me llevaría a mi casa. El Viejo no pidió explicaciones, simplemente asintió. Aldana me hizo subir a su auto y arrancó. Por el camino me fue contando su experiencia. El tono monocorde de su voz estuvo a punto de darme sueño un par de veces, pero reprimí los bostezos. Ya en mi cuarto, que no sé por qué extraña conjunción de fuerzas planetarias ese día estaba limpio y ordenado, decidimos tomarnos un café para seguir charlando. Aldana terminó de desnudar su alma para mí. Para cuando terminamos de hablar eran casi las seis de la mañana. Ahora yo tenía una perspectiva bien diferente de lo que era esta ...