-
Aldana
Fecha: 12/12/2025, Categorías: Lesbianas Autor: Esquiva, Fuente: CuentoRelatos
... vestida así. Regresé a casa con la imagen de esa figura menuda moviéndose por ese departamento desordenado. Esa noche cerramos tarde y otra vez nos quedamos con Aldana a terminar todo. Salimos del bar bajo una lluvia tenue, que rápidamente se convirtió en aguacero. -Vamos a casa antes de que las calles se inunden- dijo ella y enfiló hacia el edificio. Tuvimos que correr desde el estacionamiento hacia el edificio y aunque eran pocos metros llegamos empapadas. Ahora el departamento estaba más ordenado. La voz de Aldana sonó perentoria. -¡Quítate esa ropa mojada! Dijo al tiempo que empezaba a desnudarse y dejaba caer sus prendas en una silla plástica. La imité mientras trataba de disimular mi turbación. Su piel blanquísima estaba erizada por el frío que causaba el agua que se escurría en chorritos por la confluencia de sus senos redondos, carnosos. Aldana tenía el sexo completamente depilado. Envarada y cohibida, terminé de desvestirme cuando ella ya se había metido bajo la ducha y se enjabonaba sin inhibiciones. Me hizo una seña para que la alcanzara y, bajo el chorro de agua tibia, Aldana comenzó a enjabonarme, ángeles míos, esta niña ignora que me está generando una temperatura que en pocos segundos se convertirá en fiebre. Antes de que pudiera reaccionar Aldana me abrazó desde atrás y me preguntó quedamente al oído… -¿Tú me deseas? Asentí silenciosamente y entonces ella me hizo dar vuelta y nos dimos un beso larguísimo, mojado, y reímos durante un ...
... momento. Ya en la cama comenzamos un largo juego de caricias, besos y una esgrima de lenguas mientras el cielo se partía en pedazos en cada trueno. Sus dientes me hacían cosquillas en el coxis mientras sus dedos finos caminaban por la parte interna de mis muslos hasta llegar a la maraña de mi sexo sin depilar, en algún momento me di vuelta y comenzamos un sesenta y nueve espectacular que ella abandonó enseguida para concentrarse en el placer que mi lengua le brindaba, jugué con sus labios enrojecidos, recorrí su deliciosa caverna que se hacía cada vez más pastosa hasta que el latido de su pelvis se tensó y estalló en un largo espasmo, tratando de ahogar un gemido de placer que se hizo casi inaudible. Su lengua recorrió después toda la zona bajo mi ombligo y se internó en mí, jugó con mi clítoris como si fuera una golosina y cuando me hubo transportado a las alturas de un orgasmo que jamás había tenido, me abrazó y se apretó contra mi pecho, todavía agitado por las convulsiones del placer. Nos cubrimos con la manta y dormimos abrazadas, hasta que un trueno nos despertó y de nuevo nos amamos, esta vez con la urgencia de ver quién de las dos terminaba primero. Aldana me venció. Tuve un orgasmo tan increíble como el primero y me sentí en la obligación de devolverle el placer, algo que no me costó demasiado. Esa semana hicimos el amor todas las noches. El lunes siguiente, día en que el bar no abría, Aldana me inventó una tía en el interior a la que yo iría a visitar y, ...