Madura cornuda follada por su mejor amigo - Relatos Eróticos

Madura cornuda follada por su mejor amigo

... otro día le vi por la calle con su mujer y un niño pequeño.

- Vamos que están ya todos cogidos.

- Todos no. El tercero no.

- Menos mal. Así que tienes ya al candidato.

- Pues sí.

- ¿Él lo sabe? ¿Quiere?

- No lo sabe, pero estoy segura de que querrá.

- ¿Y quién es él? (Se me vino a la cabeza la famosa canción. Estuve a punto de ponerme a cantar)

- Te voy a dar pistas. Trabaja en la empresa. Es de mi edad. Está divorciado.

- Pues en la empresa somos 4 gatos. No hay muchas opciones. Con esos datos solo hay dos, Requena, el de Contabilidad y Evelio el conserje. (¿Pero este tío es tonto? Si solo me ha faltado decir su nombre y bajarme las bragas en medio de la calle y pedirle que me folle)

- Si es que eres un papón. Requena pesa 150 kilos y Evelio se jubila el mes que viene. (Le dije de mi edad, y Evelio tiene casi 65 años. ¡Qué tío!)

- Pues ya me contarás quién es entonces.

- ¿Quieres que te diga quién es el elegido?

- Sí, claro.

- Me da mucha vergüenza decirlo. (No le mentía. Estaba muy roja, pero a la vez excitada. Creo que él también empezaba a ver por dónde iba la cosa y le gustaba, pues me pareció que tenía una erección y que intentaba tapársela)

- Hay confianza, a mí me lo puedes decir.

- ¿Aunque seas el elegido?

Ya estaba soltada la bomba.

- En ese caso, mayor necesidad de decírmelo.

- ¿Qué me dices? (Casi ni me salían las palabras de la vergüenza que me daba)

- No sé. Ciertamente es una propuesta supermorbosa. ...

... A nadie le amarga un dulce.

- ¿Soy un dulce para ti?

- Sí, papona. Ja, ja, ja. Eres una papona muy guapa.

- Bueno, ¿aceptas mi propuesta?

- Sí.

No pude dejar escapar una gran sonrisa nerviosa.

Como los dos somos muy racionales, concretamos todos los aspectos, como que solo sería una vez, dos como máximo. Que iríamos a su casa, pues vive solo. Sería una tarde después de trabajar, dentro de un par de semanas, pues mi familia se iba unos días al pueblo de mi marido y yo me quedaba sola en la ciudad.

Dos semanas después

Por fin había llegado el gran día. En esas dos semanas no hablamos del tema, lo obviamos, aunque las miraditas de deseo avergonzadas se fueron intensificando según se acercaba el día. Salimos de trabajar a media tarde, pues en nuestra empresa no tenemos horario de verano. Nos fuimos cada uno a su casa para ducharnos y ponernos guapos.

A las 7 y media, toqué el timbre de su puerta. Cuando abrí me pareció que estaba guapísimo. Un hombre moreno, relativamente alto. Muy bien vestido y sonriente. Yo me había puesto un vestido veraniego que me encanta, pues todas mis compañeras y amigas me dicen que estoy muy guapa con él. También me puse un zapato de medio tacón. Me invitó a pasar y me sirvió un refresco, pues no me gusta el alcohol, aunque en una tarde como esa a lo mejor lo habría necesitado. Estuvimos hablando durante media hora de chismorreos del trabajo y de otros conocidos. Estaba claro que nos costaba dar el primer paso.

A la media ...