Las aventuras de Benito y su perro “Husme” III - Relatos Eróticos

Las aventuras de Benito y su perro “Husme” III

Las aventuras de Benito y su perro “Husme”

3 Sandra

Miércoles 3 de junio de 2.026

Cuando Benito despertó al día siguiente, se sentía eufórico, pues al comprobar que Matilde seguía a su lado durmiendo plácidamente tras haber copulado, además de la primera vez cuando llegaron a la casa, en dos ocasiones más durante aquella inolvidable noche, dos ocasiones en las que al tener a semejante hembra en pelotas a su lado no se controló, y en las que respondió como un jabato, llevando a dos nuevos orgasmos a aquella preciosa mujer. Antes de iniciar un nuevo asalto, ya que su cachiporra la tenía nuevamente preparada, se sonrió de forma malévola pensando que D. Cosme se sentiría satisfecho de cómo estaba cuidando a su esposa en su ausencia, y susurrándole al oído la despertó diciéndola:

-Creo que para cumplir la promesa que le hice a tu marido, debo de comprobar si estas bien, si necesitas algo más, y si te sientes sola aquí me tienes para lo que necesites.

-Pues vamos a echar el último por hoy. – dijo Matilde sonriente – Me quedare tranquila por unos días, pero es posible que te necesite en algún momento, en un futuro más bien próximo.

Una vez completamente desahogados tras muchos meses de sendas frustraciones, Benito se disculpó por no poder ofrecerle ni siquiera un café, ya que tendría que desplazarse hasta el pueblo para comprar alimentos y encargar que se los trajesen, desde el supermercado que le habían venido surtiendo hasta la fecha, todo lo necesario para la ...

... nueva casa, no solo alimentos, sino también productos de aseo y limpieza, pues le había dejado a Flor lo que él tenía en su antigua casita. Matilde por su parte, le dijo que ella iba a ir a desayunar con Gracia, a la que le tenía que darle las novedades y contarle lo feliz y contenta que estaba, y que si quería él podía ir con ella y desayunar junto a su amiga, que seguro estaría encantada de invitarle, cosa que desecho de inmediato Benito consciente de que las dos mujeres querrían hablar a solas. Cuando bajaron, “husme” estaba esperándolos al pie de la escalera y su actitud era diferente en cuanto a Matilde, pues solo buscaba con ella juego ya que se tumbó esperando sus caricias, cosa que vino a demostrarle a su dueño que efectivamente ahora no percibía necesidades sexuales de ella, pues tras aquella loca noche se suponía que estaría más que relajada en ese aspecto.

Nada más salir de la casa, un deportivo rojo y descapotable, aparcaba en la casa de al lado, la que hacía dos días había vendido Merche, y en el vehículo venían Sandra, la despampanante compradora ante la cual le había confesado a la vendedora que le había tocado la lotería, y con ella una muchacha algunos años más joven, pero igual de elegante y bella, pues incluso llevaba una gran pamela sobre su cabeza y vestía un vaporoso vestido de gran vuelo. Sorprendido y hasta cierto punto preocupado de que le viesen salir junto a Matilde, consciente de que antes o después sabrían quién era ella, se dirigió a Sandra ...