1. Antonio el camionero y su hija Valeria (II)


    Fecha: 14/12/2025, Categorías: Incesto Autor: AntonioSPA, Fuente: TodoRelatos

    ... de la buena. Tócame un poco más los huevos, niña, que eso me sube el ánimo.
    
    —Eres un cerdo —dijo ella, pero le obedeció.
    
    Se los masajeó con suavidad, impresionada una vez más por el tamaño de aquellas bolas. Antonio gruñía como un bulldog panza arriba. Le brillaban los ojos. De lujuria, sí. Pero también de cariño. De esa gratitud primitiva que no sabe decir gracias pero lo siente en los huesos.
    
    —Tienes una boca y unas manos benditas, hija mía —musitó, acariciándole el pelo con torpeza—. Prométeme que no dejarás nunca de venir a darme estos masajitos, aunque sea en la residencia.
    
    Valeria soltó una carcajada contra su polla, haciendo que esta vibrara con su aliento.
    
    —Lo tuyo no es cariño, papá. Es puro vicio.
    
    —¿Y qué quieres que haga? Si tú me has malacostumbrado, joder. Antes me pelaba la sardina viendo videos guarros por Internet… ahora no me baja si no me la chupas tú.
    
    Ella le miró, con la polla pegada a sus labios, y por un instante, la escena era tan sucia como absurda, y sin embargo, extrañamente dulce.
    
    Antonio, tan bruto como siempre, tan mentiroso y aprovechado… pero también tan indefenso bajo sus atenciones. Un hombre de cincuenta y tantos años, cascado ahora mismo para todo menos para el sexo. Un sinvergüenza con el corazón en la polla. Y ella, su hija, la única capaz de domarlo a lengüetazos.
    
    —Venga, guapa, al tajo —gruñó él, con esa voz rota y apremiante.
    
    —No te lo mereces, pero… —dijo Valeria antes de metérsela en la boca, ...
    ... ahuecándose sus mejillas al succionar con fuerza el glande sólo para sacárselo a los pocos segundos con un sonoro “plop”—. A veces me das hasta ternura, cabrón.
    
    Antonio la miró desde arriba, medio sudado, medio conmovido, y gruñó como si se le escapara el alma por la garganta.
    
    —Dame otra chupadita como esa… y prometo recompensarte con una buena comida de coño cuando me ponga bueno.
    
    Valeria sonrió y empezó masturbar aquel miembro erguido como un monumento a la obscenidad, palpitante y arrogante, con ese grosor que siempre la dejaba entre fascinada y abrumada. Lo conocía bien, sí, pero cada vez que lo tenía así de cerca, sentía esa mezcla de vértigo y excitación que le recorría la espalda como una descarga eléctrica.
    
    No era fácil tragarse algo así.
    
    Se inclinó despacio, con el rostro apenas a unos centímetros, y le dio una lamida desde la base hasta la punta, como quien se enfrenta a un postre enorme y prohibido. Antonio soltó un gruñido grave, satisfecho pero también frustrado. Su hija lo estaba mortificando con una traviesa y malintencionada demora.
    
    —Joder, niña… si es que tienes lengua de putilla y carita de virgen —soltó Antonio con una risa ronca, acariciándole el pelo como quien domaría a una fiera—. Pero hoy lo tendrás difícil, ¿eh? Que la tengo como un garrote… capaz de espantar a las viejas del mercado.
    
    Valeria no contestó. Sólo le lanzó una mirada rápida, cargada de travesura y desafío, antes de abrir la boca y empezar a bajársela poco a poco. El capullo ...
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