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El ácido come sin mirar qué
Fecha: 17/12/2025, Categorías: Grandes Relatos, Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos
... tomando mi mano entre las suyas decirme. – “Yo también me siento muy bien a tu lado”. Esa expresión de genuino afecto entre amigos originó una reacción de los otros dos que me causó gracia, primero de mi mujer y luego de su transitorio compañero. – “Alto, alto, qué está pasando aquí, mi amiga de toda la vida levantándose al degenerado de mi esposo, que mansamente se deja besar y acariciar”. – “No pienso aceptar el desparpajo de estos dos, vení amiga no nos quedemos atrás”. A diferencia de nosotros se pusieron de pie y también hubo beso en la mejilla pero los cuerpos bien pegados prolongando esa postura. Ver eso y mirarnos con Patricia fue instantáneo, seguramente la expresión seria en su cara se verificó también en la mía y, parece ser, que ambos pensamos lo mismo “Esa demostración de afecto tiene un componente de calentura importante y sería bueno saber si es la primera vez o tiene antecedentes ignorados por nosotros”. Por supuesto, nada nos dijimos. Esa noche me costó dormir, pues en la cabeza me daba vueltas la escena de las pelvis bien pegadas sin que hubiera brazos haciendo presión para que eso suceda; en otras palabras, eso que nos había sorprendido era producto de algo totalmente deseado y sin un mínimo escrúpulo ante la presencia de los respectivos esposos. Y ese hecho me llevó a preguntarme qué razón podría estar detrás para que se hubiera dado ese matrimonio, a todas luces, desparejo; y la explicación más válida que encontré fue que la buena ...
... apariencia, gran desenvoltura y facilidad de palabra del varón, habían cautivado a la mujer. Por otro lado el engreído esposo era un experto vividor, pues su actividad productiva consistía en estar a la pesca de oportunidades donde su verba y escasos límites éticos le permitieran alzarse con algo de plata; lo que en estos pagos se conoce como “busca” en lenguaje vulgar, y usando el término que los hace lucir mejor son los “financistas”. Naturalmente el sostenimiento del hogar era obra de la mujer, no solo exitosa profesional sino con un respaldo familiar más que respetable. Al otro día, más calmado, decidí estar atento a la conducta de los causantes de mi insomnio, no echar leña al fuego en el ánimo de Patricia y por último instalar de inmediato cámaras disimuladas en los principales ambientes de la casa. No estaba seguro de necesitar esas filmaciones pero era mejor tener la espalda lo mejor cubierta posible. En mi trabajo, alguna que otra vez me encargan visitar clientes residentes en una ciudad relativamente cercana, tarea que, según necesidad, me lleva uno o dos días fuera de casa. En una de esas oportunidades fue que regresé bastante antes de lo previsto y en casa me encontré el espectáculo tristísimo de encontrar a mi esposa mamando el miembro del marido de su amiga de siempre. Tal era la concentración de ambos que no escucharon algún ruido que pudiera haber hecho al entrar y alertarlos; desde la puerta entornada del dormitorio la visión encendió mi bronca y, ...