Aniversario, vacaciones, e intercambio de pareja - Relatos Eróticos

Aniversario, vacaciones, e intercambio de pareja

... americano.

En el balcón de su habitación, a unos cuantos metros de nosotros, estaba el tipo de la sala de masajes, y por si ya nos habíamos olvidado de sus detalles, estaba nuevamente desnudo.

“Vengan a la fiesta” alcanzó a decir, cuando de la habitación salió su mujer, nuevamente con las tetas de fuera, pero ahora sin llevar ni la pantie encima.

Miré a mi mujer, y ella me sostuvo la mirada unos segundos. Hay más personas adentro, le dije en voz baja, y ella me respondió que si, que podía ver siluetas por la ventana.

“Miren, miren” decía el tipo mientras señalaba hacia adentro de su bungalow, y para cuando menos lo pensamos, ambos caminábamos ya lentamente hacia ellos motivados por una tremenda curiosidad.

Conforme nos acercábamos pudimos ver más detalles. Se escuchaba algo de música, y detrás de las cortinas se veían siluetas bailando. Luego, un hombre de mediana edad, mucho más cuidado y atractivo que el tipo del balcón, salió al encuentro de su mujer, completamente desnudo, la tomó de la mano y la jaló para meterla a la habitación y ponerse a bailar con ella.

¿Qué es esto? Me preguntó Laura en voz baja, pues aparentemente, le respondí, es una fiesta swinger en pleno hotel vacacional.

La puerta se abrió frente a nosotros, y parecía habernos dado acceso al arca de Noé. Habría al menos 20 parejas, y una diversidad de formas y edades reinaba ahí dentro.

Imposible que tus ojos no fueran primero hacia un tipo que al menos pesaba 160 kg e iba completamente ...

... desnudo, con un pito que parecía el de un niño y que se perdía entre tanta carne colgante.

Del otro extremo una mujer, tal vez la más joven y atractiva de la habitación, bailaba llevando solo el bikini blanco de su traje de baño y las tetas le rebotaban al aire; con ella, un tipo un tanto mayor, pero con una verga de un tamaño fuera de lo común, que lo primero que me hizo pensar al verlo fue: Ya veo porqué se agarró a la mejor de la fiesta.

Las mujeres eran más pudorosas, pues la mayoría llevaba al menos la pantie puesta. Conté al menos 5 más en el área que tenían adaptada como pista de baile, algunas acompañadas por tipos de edad relativamente avanzada y diversas formas de cuerpos que bailaban al son de la música, pero eso sí, parecía que para los hombres era un requisito ir desnudos.

En los sillones de la sala estaban los más afortunados, o los más hábiles en aquel proceso, pues casi todos estaban ya “acompañados” por decirlo de alguna forma, y tenían al menos las manos ya en acción paseando por el desnudo cuerpo de mujeres que se dejaban agasajar mientras disfrutaban de aquel extravagante momento. Y allá al fondo, en el sillón más alejado, pude distinguir una pareja que les llevaba ventaja, pues se besaban con pasión y comenzaban a acomodar sus cuerpos para lo que parecía sería una sesión de sexo en público.

El trance en el que estábamos fue interrumpido por un “Señores Rodríguez ¡Que sorpresa!, bienvenidos”. Era Jairo, el gerente del hotel, que un par de días ...