1. Relajos y pingas 4


    Fecha: 19/12/2025, Categorías: Hetero Sexo con Maduras Voyerismo Autor: Pachito, Fuente: SexoSinTabues30

    ... carro pasando por la avenida, el ladrido de un perro en la casa de al lado, el sonido lejano de una combi pitando. Pero para mí, el mundo se reducía a esa piscina, a esos bikinis que apenas tapaban nada, a esos cuerpos que se movían como si quisieran quemarme vivo. La hija del jefe se subió a una tabla de clavado, su cuerpo brillando con agua y sudor, y se tiró al agua con un movimiento que hizo que su bikini se le subiera aún más, dejando ver la curva de su culito. Las otras chicas aplaudieron, riendo, y yo sentí que el aire se me escapaba. Esto no era una fiesta, era una tortura, y yo estaba atrapado en ella, con la pinga dura y la cabeza llena de ideas que no debía tener
    
    El sol seguía cayendo como fuego sobre la casona en San Isidro, y la piscina era un espectáculo que me tenía la cabeza girando como trompo. Las flacas en bikini seguían con su jolgorio, riendo, salpicándose agua y moviendo los culos al ritmo de un reggaetón que retumbaba en los parlantes. La hija del jefe, esa hija de 18 con su bikini rojo que parecía pintado sobre su piel, estaba en el centro de todo, como una reina reinando sobre su corte de diosas. Sus tetas, pequeñas pero perfectas, se marcaban cada vez que salía del agua, con el bikini pegado a su piel como una segunda piel. Su culito, redondo y firme, brillaba con el agua y el bronceador, y cada vez que se agachaba para recoger una chela o se tiraba a la piscina, yo sentía que mi pinga iba a reventar el short.
    
    No era el único que no podía ...
    ... despegar los ojos. Desde el garaje, donde yo seguía fregando el carro como un huevón, vi al jefe salir al patio con una camisa blanca impecable, de esas que usan los pitucos para verse importantes. Se paró cerca de la piscina, con una cerveza en la mano, y aunque fingía mirar el celular, sus ojos se iban directo a las flacas. La pelirroja, que seguía en la tumbona con el bikini a medio quitar, se estiró como gata, dejando que sus tetas se movieran libres, y el jefe tragó saliva tan fuerte que casi se le cae el celular. La morena del bikini blanco, que estaba bailando cerca del borde de la piscina, se contoneaba con las caderas, su culo brillando bajo el sol, y el jefe no disimulaba ni un poco. Sus ojos iban de una a otra, como si estuviera en un buffet y no supiera por dónde empezar.
    
    Mi viejo no se quedaba atrás. Había salido de la casa con la excusa de revisar algo en el carro, pero se quedó parado cerca de mí, con los brazos cruzados, mirando la piscina como si fuera una película porno en vivo. “Carajo, qué hembras”, murmuró, tan bajo que casi no lo escucho, pero supe que estaba tan metido como yo. La hija del jefe se tiró al agua otra vez, y cuando salió, con el bikini subido hasta el punto de mostrar casi todo su culito, mi viejo se pasó la mano por la nuca, como si el calor lo estuviera matando. Yo no dije nada, pero mi pinga estaba tan dura que dolía, y me agaché más detrás del carro, como si eso fuera a esconderme de lo que sentía.
    
    Las chicas seguían en lo suyo, ...
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