1. Relajos y pingas 4


    Fecha: 19/12/2025, Categorías: Hetero Sexo con Maduras Voyerismo Autor: Pachito, Fuente: SexoSinTabues30

    ... quisiera traicionarla. Sus tetas, grandes y firmes, se marcaban bajo la tela, y su culo se movía con cada paso, como si supiera que todos la estaban mirando. Puso la bandeja en una mesa cerca de la piscina y se acercó a la morena del bikini blanco, que estaba echada en una tumbona, con el cuerpo brillante de agua y bronceador. La morena, con sus tetas casi saltando del bikini y el culito asomando por los lados, le sonrió a Claudia con una mirada que no era solo de amiga. Yo tragué saliva, sintiendo un calor que no tenía nada que ver con el sol limeño.
    
    Claudia se sentó al borde de la tumbona, tan cerca que sus muslos se rozaban, y le pasó una mano por el brazo a la morena, como si estuviera revisando si el bronceador estaba bien puesto. Pero no era eso. La mano de Claudia bajó despacio, acariciando el muslo de la morena, y ella no se movió, solo cerró los ojos y soltó un suspiro que se oyó hasta donde yo estaba. Las otras flacas seguían en la piscina, riendo y salpicándose, pero la hija del jefe miró hacia su mamá y la morena, con una sonrisa que parecía saber algo que yo apenas empezaba a entender. Mi pinga palpitaba, y me agaché más detrás del carro, con miedo de que alguien me cachara espiando.
    
    Claudia se inclinó hacia la morena, susurrándole algo al oído, y la morena rió bajito, girándose para quedar de frente a ella. Sus tetas se rozaron, y el bikini blanco de la morena se deslizó un poco, dejando ver un pezón oscuro que Claudia no dudó en mirar. “Para, que nos ...
    ... ven”, murmuró la morena, pero no se apartó. Claudia, con una sonrisa que era puro fuego, le puso una mano en la nuca y la jaló hacia ella, dándole un beso lento, de esos que hacen que el aire se sienta pesado. Sus lenguas se encontraron, y yo sentí un escalofrío, no solo por lo que veía, sino porque sabía que esto era un secreto que podía quemar la casa entera.
    
    La morena respondió al beso, sus manos subiendo por la bata de Claudia, metiéndose por debajo hasta tocarle las tetas. Claudia gimió, un sonido bajo pero claro, y se recostó un poco en la tumbona, dejando que la morena le abriera la bata. Las tetas de Claudia, blancas y llenas, quedaron al aire, y la morena no perdió tiempo: se inclinó y empezó a lamerle un pezón, chupándolo con una hambre que me hizo apretar los dientes. Claudia arqueó la espalda, sus manos enredándose en el pelo de la morena, mientras la otra seguía lamiendo, pasando de una teta a la otra, dejando un rastro de saliva que brillaba bajo el sol.
    
    Yo no podía respirar. Mi pinga estaba a punto de reventar, y el calor de San Isidro me aplastaba, mezclado con el olor a cloro y bronceador que flotaba en el aire. Las otras flacas en la piscina seguían en su mundo, pero la hija del jefe miraba de reojo a su mamá, con una sonrisa que me ponía nervioso. Claudia y la morena no paraban: la morena bajó la mano, metiéndola entre las piernas de Claudia, y aunque la bata tapaba algo, era obvio que sus dedos estaban en la concha de Claudia, moviéndose despacio. ...