1. El culo de Carolina


    Fecha: 21/12/2025, Categorías: Anal Autor: Alber, Fuente: CuentoRelatos

    Conocí a Carolina en la universidad, en el primer día de clases de mi carrera. Al principio no éramos amigos, pues nos movíamos en grupos diferentes, pero nos saludábamos de vez en cuando y veíamos las mismas materias. Luego llegué a conocerla bastante, puesto que comencé a salir con su mejor amiga, Inés, que también estudiaba la misma carrera que yo. Al principio, cuando comencé a frecuentar a Carolina, no me llamaba para nada la atención y así continuaron las cosas durante mucho tiempo, prácticamente durante toda mi carrera universitaria. A pesar de ello, nos hicimos muy amigos.
    
    Poco antes de graduarnos yo terminé con Inés y dejé de ver a Carolina, pues es sabido que las mujeres se quedan con sus amistades del mismo género cuando una relación termina. Cada quien agarró rumbos distintos. Hasta que cuatro años más tarde, al iniciar unos cursos de postgrado, me sorprendí al encontrar que ella también iba a hacer los mismos estudios y que, una vez más compartiríamos en las aulas universitarias.
    
    Pero lo que más me llamó la atención no fue el hecho de que íbamos a volver a estudiar juntos, sino lo buena que se había puesto Carolina en ese tiempo que dejé de verla. Se había refinado un montón, había comprado ropa elegante que le quedaba muy bien, había adelgazado (tampoco es que antes fuera gorda) y hasta se había hecho un tratamiento de ortodoncia que, sin duda, contribuía a mejorar su aspecto.
    
    Para que se hagan idea del bombón del cual les estoy hablando, la voy a ...
    ... describir. Es una mujer de 26 años, no muy alta (más bien es pequeña, medirá un poco menos de 1,65 m), cabello negro muy liso y un poquito por encima de los hombros, delgada, pero con “carne donde agarrar”, piel morena, rasgos un poco aindiados pero atractivos, labios delgados pero sugerentes y unas piernas muy lindas. Pero lo que más me impactó en este “segundo encuentro” con Carolina fue la calidad de su culo.
    
    Definitivamente, el mejor que he visto en mi vida. Es difícil traducir en palabras la deliciosa imagen ofrecida por aquellas dos nalgas de tamaño perfecto, de una firmeza desafiante de la gravedad. Dos montañas de carne turgente en las que provoca internarse por mucho tiempo, para así poderlas explorar hasta el fondo. El único “defecto” que tenía Carolina es que estaba bastante deficiente por el lado de las tetas (no eran gran cosa, eso se veía a leguas, aunque tampoco era totalmente plana), pero con un culo de ese calibre y su atractivo general qué importaba lo demás.
    
    Desde ese día en que la volví a ver me surgió firmemente el propósito de tirármela. El acercamiento no fue difícil, porque ya habíamos mantenido una amistad anteriormente, de modo que surgió naturalmente la idea de hacer trabajos y de estudiar juntos, oportunidades para compartir que yo buscaba bajo cualquier pretexto.
    
    Un sábado en la tarde busqué una alternativa más audaz. La llamé a su casa y la invité a salir esa noche. Me dijo que sí y quedamos en que la pasaría recogiendo a las ocho. Llegué ...
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