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Un viaje para olvidar VII El juego en el bosque
Fecha: 24/12/2025, Categorías: Gays Autor: Thiago Luis da Silva, Fuente: TodoRelatos
... musgo bajo mis rodillas parecía vibrar con el eco de sus pasos, y aunque no podía verlos, sentía sus miradas, su energía, como si el bosque entero se hubiera reunido para verme. No sabía cuántos eran, ni quiénes eran. Pero en ese momento, con una polla desconocida follando mi boca y otra mi culo, el placer era tan abrumador que casi no me importaba. Casi. Porque en el fondo, una parte de mí seguía preguntándose qué coño estaba pasando, quiénes eran estos tipos, y qué tenía que ver todo esto con Raúl, la luna nueva, y esa criatura que nos había observado desde el bosque. La venda se deslizó de mis ojos, y la luz del sol, filtrada por las copas de los pinos, me cegó por un instante. Parpadeé, ajustándome, y levanté la vista. El tipo que me follaba la boca era un hombre alto, muy musculoso, calvo, con una mandíbula cuadrada y una mirada intensa que me atravesaba. Su polla, gruesa y pulsante, seguía dentro de mi boca, y su mano en mi nuca me mantenía firme, impidiéndome moverme. Desde atrás, sentí a alguien inclinarse hacia mí, y una voz familiar, grave y cálida, me habló al oído: —Esa polla en tu boca es la de Roberto Aguilera, Carlos. —Era Raúl. Intenté sacar la verga de Roberto para decir algo, tal vez un saludo, pero él me agarró más fuerte por la nuca, empujándola hasta el fondo de mi garganta. —Tranquilo, pequeño, las presentaciones formales cuando me corra —gruñó, con una voz ronca que vibraba con autoridad. Sus caderas se movían rítmicamente, y el sabor de su ...
... precum llenaba mi boca, salado y espeso. Raúl, detrás de mí, aceleró sus embestidas, follándome el ojete con una intensidad que me hacía gemir contra la polla de Roberto. De pronto, Raúl soltó un gruñido profundo y se corrió, su lefazo caliente mezclándose con el de César en mis intestinos. Sentí el calor extenderse dentro de mí, y antes de que pudiera procesarlo, Raúl salió de mi culo con un sonido húmedo. No hubo pausa. Otra verga, más grande, más pesada, empezó a abrirse paso en mi ojete. Raúl, todavía cerca, me susurró: —Este es Sebastián Albies. Disfrútalo. Por el ritmo y la fuerza con la que me embestía, supe que Sebastián debía ser joven, enérgico. Se puso a horcajadas sobre mí, sus manos aferrando mis caderas, y su polla —joder, tenía que medir unos treinta centímetros, gruesa como una botella— entraba y salía con una precisión que me hacía temblar. Cada empujón era un desafío, estirándome al límite, y el placer era tan abrumador que apenas podía pensar. La velocidad de Sebastián encendió algo en Roberto, que gruñó más fuerte, sus manos apretando mi cabeza. De pronto, se corrió en mi boca, un lefazo denso y caliente que tragué con avidez, mientras mis gemidos resonaban alrededor de su polla. Roberto se apartó, pero no se fue lejos. Se puso en cuclillas frente a mí, sus ojos oscuros clavados en los míos. Abrí la boca para gemir, todavía sintiendo a Sebastián follándome el culo, y Roberto aprovechó para escupirme un lapo espeso que aterrizó en mi lengua. Lo ...