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Encuentro apasionado
Fecha: 25/12/2025, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Peli, Fuente: CuentoRelatos
... gordezuelos y sabrosos y ella empeñada en que su dulce lengua se hiciera un nudo con la mía. Ni mis manos ni las suyas pueden permanecer ociosas cuando nuestras bocas se juntan. Así, al mismo tiempo que sus deditos se deslizaban traviesamente por la entrepierna de mi holgado pantalón veraniego las mías se introducían ansiosas bajo su camiseta, ávidas de volver a amasar esos enormes melones oscuros que me tienen medio loco, estrujándolos y apretándolos como si me fuera la vida en ello. Creo que de no haber estado en un lugar tan céntrico lo más seguro es que hubiéramos acabado haciendo el amor ahí mismo. Pero me recordé a mí mismo los planes trazados, y haciendo acopio de toda mi fuerza de voluntad me separé de ella, jadeando, y puse el coche en marcha, camino de la autopista… y de un encuentro muy apasionado. Puestos a hacer las cosas bien había decidido alquilar finalmente un coche descapotable, pues era algo de lo que tenía ganas desde hacía años y pensé que la situación era la más idónea. Circular raudo por la autopista, con el aire en la cara, viendo como este revuelve las prendas de ropa de mi amante cómplice es un recuerdo que jamás olvidare. Ella, tan excitada como yo, sino más, pronto empezó a hacer de las suyas, recostando un poco su asiento para ponerse más cómoda… y para apoderarse con más facilidad de lo que yo guardaba en mis pantalones para ella. Con su habilidad consumada pronto estuve con la cremallera bajada y su mano dueña y señora de mi rígida ...
... masculinidad. La cual masajeaba lánguidamente para que no perdiera su dureza, pero controlándola para que tampoco explotara la dinamita antes de tiempo. Yo tampoco quise ser menos, y aprovechando la casi total ausencia de tráfico por la vía le empecé a acariciar los pechos de nuevo, pero esta vez también quería contemplar los gruesos fresones que pellizcaban mis dedos, por lo que aparte la tela a un lado para dejar que asomara al aire esa maravilla de la naturaleza. -“¿Qué haces?… me las va a ver todo el mundo” me dijo ella, que tenía los enormes ojos pardos entrecerrados para disfrutar aún más de las sensaciones que la rodeaban. -“¿Te importa?… déjalos que disfruten”. Y aparte del todo la tela para que el sol le diera de lleno, mientras mis dedos continuaban jugueteando con su rígido pezón. -“Mmmm… de acuerdo… ¿por qué no?” y ella misma se desato el nudo del ombligo para que los dos pechos quedaran completamente a la vista y su camiseta se convirtiera en un simple trapo ondeando al viento. Yo no podía dejar de asombrarme de su osadía, de la que tantas muestras me había dado ya, y que la hacían tan distinta de mi tímida y apocada esposa. Pero ahí estaba de nuevo, impertérrita, masajeando mi pene y sonriendo feliz a los incrédulos automovilistas que nos miraban con los ojos como platos cuando les adelantábamos velozmente. Creo que puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que ella estaba disfrutando de la situación lo mismo que yo, y quizás algo más, por su alocada y ...