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Encuentro apasionado
Fecha: 25/12/2025, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Peli, Fuente: CuentoRelatos
... ver el culo de mi amante de nuevo. Decidí que tan loable esfuerzo merecía una recompensa, por lo que levanté un poco el pie del acelerador para permitir que alcanzaran nuestra posición… mirando complacido como se agolpaban los jóvenes a los cristales para no perderse detalle de lo que sucedía en nuestro vehículo. Al ser este un poco más elevado que el nuestro yo suponía que su vista debía de ser magnifica, pero decidí hacerla tan memorable como la mamada lo estaba siendo para mí… así que en un alarde de generosidad estire mi mano libre y baje el tanguita de mi amante hasta sus rodillas… dejando a tan solo un metro escaso de los encandilados muchachos sus tesoros más íntimos a la luz. No puedo afirmarlo, pero creo que ninguno olvidara fácilmente la rajita depilada que les dedicaba su húmeda sonrisa vertical, mientras su fogosa dueña empezaba a tragar con glotonería todo el semen que manaba a borbotones de mi fuente inagotable, producto de un orgasmo tan intenso como prolongado… que me impulso a pisar el pedal del acelerador de nuevo, de un modo automático, alejándome así por última vez de los muchachos que tocaban el claxon sin parar, intentando, sin éxito, volvernos a alcanzar. Ella, ajena por completo a lo que había sucedido, se dedicaba a lamer y succionar con fruición mi aun rígido aparato, limpiándolo con tanto cariño y esmero que me temía que de seguir así me provocara un nuevo orgasmo, por lo que tuve que rendirme y pedirle clemencia… pues no quería llegar ...
... al hotel totalmente agotado. Después de relamerse los labios como una gatita satisfecha reparo, creo que, por primera vez, en que tenía el tanguita casi quitado… lo cual le hizo mucha gracia. Yo pensaba que se lo volvería a colocar, pero, para mi asombro, lo que hizo la adorable desvergonzada fue ponerse de pie, sujetándose al parabrisas con una mano mientras se despojaba de las braguitas con la otra. Yo no podía ver los coches que circulaban en sentido contrario, pues me tapaba el seto de protección, pero los continuos pitidos de claxon me dieron a entender, bien a las claras, que los pechos desnudos de mi alocada amante si se veían desde el otro lado. Cuando volvió a sentarse, riéndose y todavía sonrosada de la emoción de su osadía, le conté lo que había pasado con los chicos… excitándose tanto con mi relato que se puso a acariciarse la depilada almejita con uno de sus dedos mientras sonreía de oreja a oreja. Era una pena que yo no alcanzara a hacerlo, como hubiera deseado, pero la posición era muy incómoda, y ahora el tráfico era algo más denso, cruzándonos continuamente con otros vehículos. A ella ya le daba igual, pues una vez que había empezado sus dedos no paraban de hurgar en su intimidad, cada vez más frenéticamente, mientras se acariciaba los pechos desnudos con la otra mano ajena, al parecer, a las miradas que le dedicaban. Pero no era así, y ella debía de estar disfrutando de su exhibición mucho más de lo que yo me imaginaba… pues en un momento dado me ...