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Mamá, ¿por qué estás desnuda? (5)
Fecha: 25/12/2025, Categorías: Incesto Autor: PerseoRelatos, Fuente: TodoRelatos
La voz de mamá retumbó en el departamento como si hubiera ganado la lotería: —¡Me inscribí al taller! —Genial. ¿cuándo es? —Mañana sábado. Así que no estaré durante toda la mañana. Para el contexto: sus amigas, con quien había estado en comunicación más que constante en las últimas semanas, la habían invitado a un taller de “autoconocimiento femenino” que no era sino otra forma de llamar a una plática sobre sexo. Y estaba bien. No me malentiendan. Todo lo que ayudara a mamá y la hiciera sentir feliz, libre y realizada era una gran idea. Pero no dejaba de parecerme curioso que justo un día antes nos besáramos intensamente en un cine y luego pasara simplemente a nuestro repertorio de experiencias materno-filiares. En fin. — Estoy un poquito nerviosa. —¿Por qué? —dije, levantando una ceja. —No sé, hijo. Nunca he ido a nada como eso… —Tú relax. Siempre da miedo hacer cosas nuevas. — dije, mientras el recuerdo de mi mano hurgando en sus entrañas hacía que mi verga diera un respingo. —Tienes toda la razón A la mañana siguiente, mamá no estaba. Dejó la cafetera lista y una nota que leí mientras me servía: “¡No me esperes despierto! ;)”. Parecía una adolescente emocionada por su primer concierto. Pasaron las horas y me dediqué a estudiar un poco, a perder el tiempo viendo videos virales en YouTube y a jugar FIFA con un par de amigos. A las cinco, comenzaron los mensajes: “¿Cómo va todo por allá?” “¿Qué tal el taller?” “¿Sigues ...
... viva?” No recibí respuesta. Ya me imaginaba a mamá rodeada de señoras como ella, hablando de sus cómo las había golpeado la menopausia o algo por el estilo. A las ocho escuché que la puerta se abría, y por un momento pensé que llegaría con una procesión de compañeras —quizá las que no habían tenido nada que ver con mi padre—, descubriendo lo vivido y riéndose a carcajadas. Pero no. Entró sola, con una sonrisa que parecía una media luna iluminando todo el departamento. —¡Fue increíble! —exclamó, dejando caer un par de libros y correteando hacia mi habitación como una colegiala. —¿Qué tal? —le pregunté, mientras dejaba el control en la mesa junto a mi cama y me giraba para mirarla. —No sabes cuánto lo necesitaba —dijo, con una intensidad que me descolocó—. Había mujeres de todo tipo, y todas con tanto que contar. —Se detuvo un momento, como para asegurarse de que tenía toda mi atención, y continuó—. Hablamos de deseo, cuerpo, culpa, autoestima. Fue tan liberador. La escuché, sorprendido, dejándome llevar por su entusiasmo evidente. —¡Wow! —fue lo único que logré decir. Realmente era bueno escuchando, pero no tanto interactuando. —Me di cuenta de que no estoy tan sola en esto. Tantas mujeres sintiendo lo mismo, con las mismas inseguridades... Fue profundamente inspirador. Había un brillo nuevo en su mirada, y con cada palabra parecía más ligera, más sincera consigo misma. —¿Y qué más hicieron? Se sonrojó ligeramente, pero no fue timidez lo que ...