1. Mamá, ¿por qué estás desnuda? (5)


    Fecha: 25/12/2025, Categorías: Incesto Autor: PerseoRelatos, Fuente: TodoRelatos

    ... cuidadosamente recortado, y una imagen tan impactante que no supe qué hacer o qué decir. La curvatura de sus labios se delineaba como si la luz de la habitación hubiera sido diseñada para eso. Fue una visión completamente nueva.
    
    —Tal vez deberías desnudarte.
    
    No sé de dónde salió eso, pero cuando lo dije ya no había marcha atrás.
    
    —Está bien —dijo, mordiéndose el labio, sin saber si tomarlo como un reto o un juego—. Pero, sólo si tú también lo haces.
    
    —Va.
    
    Me seguí de largo, la playera voló por la habitación, y los jeans ni siquiera llegaron al suelo cuando ya me había deshecho de la ropa interior. Mamá se sonrojó con la misma intensidad que cuando regresó de su taller. Dios, era tan… indescriptible. Se quitó la blusa y el brasier, acercándose a la cama completamente desnuda.
    
    Se tumbó boca arriba y abrió las piernas, con una mirada entre cautelosa y expectante.
    
    —¿Así está bien?
    
    —Sí. —Resistí el impulso de lanzarme de golpe, y me acerqué poco a poco.
    
    El olor de su sexo me llegó antes que nada más. Caliente, dulce. Lo aspiré profundamente, sin preocuparme por disimular.
    
    —¿Te gusta? —preguntó, con una mezcla de timidez y curiosidad.
    
    —Es muy bonita —le dije, y lo decía en serio.
    
    Me acerqué lentamente, mientras mis labios besaban suavemente sus muslos. Mamá gimió y se relajó un poco. Llegué a su vagina y me detuve, expectante, esperando a ver si no había cambiado de opinión en el último segundo.
    
    —¿Tiene un sabor raro? —dijo, justo antes de que ...
    ... comenzara.
    
    —No —respondí—. Deja de preocuparte y sólo disfruta.
    
    Se arqueó un poco más hacia mí, como dandome mas espacio, y entonces dejé de pensar en todo. Mi boca se cerró sobre su vulva, y sentí su humedad y mi propia saliva mezclarse y gotear.
    
    Mamá dejó de preguntar cosas y se limitó sólo a gemir, primero tímidamente y luego con más fuerza, como dejándose llevar. Lame, mordisquea, chupa el clítoris, me repetí mentalmente, concentrándome en la tarea lo mejor que podía. Las instrucciones parecían funcionar. En cuestión de minutos, una oleada recorrió su cuerpo. Gritó, tuvo un orgasmo.
    
    —¡Dios! ¡Sí! — dijo, aferrándose a las sábanas cada vez más húmedas.
    
    Sus gemidos se convirtieron en un aullido de placer. Ni siquiera pensé en detenerme, lo seguí haciendo con más intensidad y pasión. Mamá se retorció de nuevo y se vino otra vez. Mamá se retorcía mientras mi lengua conocía por el ciego sabor del gusto los recovecos de su alma.
    
    No dejó de moverse de un lado a otro, pataleando con energía, y trató de apartarse. Me rogó, casi suplicando.
    
    —Para, para, hijo, por favor.
    
    Sólo entonces me detuve, y observé la manera en que su pecho subía y bajaba. Nos quedamos un par de segundos en silencio.
    
    —¿Mamá? —dije, pensando que tal vez había sido mucho.
    
    Ella me miró, con la respiración aún entrecortada y un brillo nuevo en los ojos.
    
    —Eres increíble —dijo, y se cubrió la cara con un cojín. Apenas me escuchó reir, ella también se rió—. ¡Ay!
    
    —Qué bueno que te ...