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Me tiré a la peluquera de mi mujer
Fecha: 29/12/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Alcon, Fuente: CuentoRelatos
... en sus entrañas! Eche atrás y vi cómo manaba mi semen de su coño como si fuera la fontana di Trevi, embadurnando el suelo de la peluquería. ¡Mi pene no menguó, estaba muy excitado! Le metí dos dedos en el ano y los moví con genio, con la palma de la mano apoyada en sus cachetes, ese ano se fue dilatando; vi un bote de colonia alargado, en la repisa de los tintes, enrosqué bien el tapón, (no fuera a quedar adentro del culo de Miranda), lo unté con fluidos de su vagina, recogidos con mi mano a modo «de cuchara improvisada»; ¡¡introduje el bote en su ano despacio!!, hasta que entro casi entero; lo moví varias veces atrás y adelante, mientras ella gritaba. Lo saque despacio y al sacarlo del todo ¡Sonó como quitar el tapón de la bañera! Acto seguido le fui follando el culo con mi pene «poco a poco», al principio le costaba entrar, pero al final entraba como un supositorio de glicerina «gigante». Comencé a darle embestidas hasta conseguir que sonara como el remar de una piragua en plena competición. ¡Date la vuelta! -le grite a Miranda al mismo tiempo que le sacaba del culo mi salchichón, ella se giró sobre sus rodillas y observó con la boca abierta como me corría en su cara, con un chorro blanco y espeso, ¡veloz!; que llenó de gotas sus labios y tapizo sus pestañas con «Rímel blanco» recién salido de mis testículos ¡Una gran corrida!, que terminó con Miranda recogiendo el semen de su rostro con las manos y lamiéndolo como si fuera caviar. Estuve varios sábados ...
... después, llegando a las siete y follándomela por todo el piso y saliendo al portal antes de comenzar a peinar, para estar el primero al llegar las marujas. Un sábado llegué un poco más tarde, abajo aún no había nadie; pero pronto vendrían. Ese día tras follarla sobre la encimera de la peluquería, tirando tintes por el suelo y mirándola a la cara; en la misma encimera depile su coño peludo con unas tijeras y con cuchilla, estirando sus bellos y grandes labios para dar pasadas rectas con la hoja afilada, dejando solo «un cepillo de pelos» de tres dedos de ancho. Miranda estaba muy confusa, gemía y resoplaba mientras yo estiraba, ¡firmemente!, hacia arriba los labios externos de su chocho, al tiempo que pasaba la cuchilla de afeitar lentamente y de manera certera; «arrasando los rizados y negros pelos de su chocho», por la excitación sus labios menores «generosos y rosados» comenzaron a descolgarse de su vagina presos del riego sanguíneo propio del deseo (Eran racimos carnales pidiendo ser «absorbidos»). Mientras le pelaba el coño mi pene comenzó a crecer de nuevo, se estaba comportando como cuando tenía dieciocho años y gustaba ser chupado por toda la que se ponía «a tiro». Cogí una toalla y sequé su sexo, comenzando a chuparlo y lamerlo, primero despacio, después fuertemente; absorbiendo completamente sus generosos labios menores como si fueran ostras y su clítoris la perla. Miranda daba alaridos de gusto; (a esas horas las marujas ya hacían cola en el portal) ¡Lo ...