Mamá pornoniñera - Relatos Eróticos

Mamá pornoniñera

... paño que la cubría la boca por lo que el primer objetivo que se había fijado ya estaba cumplido. Su segundo objetivo era vestirse y sus bragas no estaban en el baño donde Raulito se las había bajado.

Saliendo del baño, volvió al dormitorio del “niño” a por su vestido y a por su sostén que ella misma había dejado sobre una silla. No los encontró, así que supuso que Raulito los había cogido, así como sus bragas, cuando ella permanecía escondida en el cuarto oscuro.

Le quedaban el abrigo y el bolso, así como los zapatos. Afortunadamente los encontró en el salón, los primeros encima de la silla donde los dejó y los zapatos debajo del sofá, por lo que se los puso, cubriendo su desnudez.

En el mismo momento que se abotonaba el abrigo escuchó la llave de la puerta de la calle, y enseguida apareció don Braulio por ella, sin darla tiempo a colocarse el peinado ni asearse.

Mirándola con una sonrisa beatífica en el rostro la dijo:

·Espero que no hayamos tardado mucho en la cena, pero, como ya le comenté a su marido, era una celebración especial.

·No se preocupe, don Braulio. Ha sido todo un placer.

Mintió Rosa, sonriendo de la misma forma al viejo, que la hizo una pregunta retórica:

·Confió que mi hijo no la haya causado ninguna molestia.

·No, don Braulio, ni mucho menos. Se durmió el angelito casi al mismo tiempo de irse usted.

Volvió a mentirle la mujer.

·¡Ah, me alegro mucho!

Exclamó el viejo sin perder su sonrisa hipócrita, diciendo a ...

... continuación:

·Si le parece bien, la llevo a su casa que debe estar cansada y su marido esperándola.

·¡Qué amables es usted, don Braulio, pero no se preocupe, que tomo un taxi!

·No es amabilidad ni preocupación, es mi deber.

Tras este breve intercambio de palabras amables e hipócritas, don Braulio concluyó la parlotada y llevó en su coche a Rosa como copiloto, camino de la casa de esta última.

Permanecieron en silencio hasta que, al llegar al portal, don Braulio detuvo el automóvil y, cuando ya se había bajado la mujer del coche, la confesó:

·Sé muy bien como es mi hijo, de hecho siempre tengo cámaras por toda la casa que no solo me permiten observar en cada momento lo que hace y con quien está, sino que lo grabo todo.

Al escucharlo Rosa se quedó conmocionada. Su rostro adquirió al momento un color rojo fuego con los ojos y la boca muy abiertos.

·Por cierto, tiene usted unas tetas y un culo formidables.

Continuó el viejo, mirándola sonriente a la cara, y Rosa, tras una breve vacilación, se atrevió a contraatacar:

·¿Me equivoco si le digo que esta noche nunca salió a cenar con su esposa, que permaneció en la casa todo el tiempo, que fue usted el que me agredió en el cuarto oscuro?

Como el viejo la miraba en silencio sin perder la sonrisa, osó continuar:

·¿Me equivoco si le digo que su esposa ya no está con usted, que no existe?

Don Braulio en lugar de responder a sus preguntas, se despidió muy sonriente:

·¡Buenas noches, Rosi, ha sido una velada ...