1. Jubilados


    Fecha: 15/02/2019, Categorías: Confesiones Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos

    ... mancha alguna, salvo una estrella de cinco puntas tatuada a la altura del omóplato izquierdo —es en recuerdo y homenaje a sus padres, partisanos albaneses en la Segunda guerra mundial— una cintura estrecha y un culo fuerte, duro, redondo, de pequeño tamaño. Es una cincuentona que está muy buena y no representa los años que tiene.
    
    Después de exhibirse durante un ratito —le encanta— Vera entra en materia. Sin mayores preámbulos, con sus dos manos coge mí ya crecido rabo y lo acaricia suavemente, sin olvidarse de los testículos. No quiere besos en la boca y exige que mame sus pezones, primero suavemente, y apretando un poco después. Le gusta el sexo oral, así que nos tumbamos en la cama, de manera que ella se pone encima —pesa poco y como es más bien de tamaño pequeño se maneja fácilmente, además de ser tremendamente ágil— para montarnos un largo, guarro, baboso y excitantesesentaynueve. Se pone a la faena de mamarla con verdaderas ganas, de manera metódica, sin dejar de lamer, chupar y mamar ni un milímetro. Yo le correspondo comiéndole el coño lo mejor que sé, tranquilamente, sin olvidarme de meter la lengua un poco, llegando a la raja del culo y centrándome en su espectacular gran clítoris: en erección es como un dedo gordo, ancho, de dos centímetros de largo, de aspecto brillante, mojado, protegido por un capuchón también grueso. Da un gustazo comérselo, sentirlo claramente en la boca, poder cogerlo con los labios y dientes, notar cómo se excita, cómo gime cuando lo ...
    ... mamo, de prisa, con mucha saliva. Cuido que no se corra porque entonces pierde interés en darme gusto, deshago la mutua mamada, da unos resoplidos como de desilusión, y le pido que se ponga encima, que se suba a mi polla.
    
    Yo me conservo bien físicamente, pero que alegría da ver a Vera, tan fabulosamente ágil, tan musculada, tan joven de aspecto. En cuanto tiene la polla en el coño se mueve a derecha e izquierda, adelante y atrás, y tras unos segundos como de reconocimiento de lo que tiene dentro de sí, comienza a subir y bajar recorriendo toda la tranca, sin llegar a sacar el capullo en ningún momento. Guau, qué buena es follando, qué ritmo lleva, cómo noto las paredes vaginales apretándome, como siento el suave, caliente y mojado coño… Uf, cómo me gusta follar con esta tía.
    
    Vera lleva varios minutos masajeando su erecto clítoris —cli-cli, dice ella— con un ritmo constante, los ojos cerrados, apretados, la boca abierta respirando con fuerza, las ventanas de la nariz aleteando, recibiendo mi follada desde atrás, a cuchara, tumbados ambos sobre el lado derecho del cuerpo. Le estoy dando con ganas, rápido, fuerte, profundamente, con una mano apretando sus tetas y la otra paseando por sus muslos. Su orgasmo es sonoro, da un grito fuerte, alto, muy largo, tanto como duran las contracciones de su vagina, que me provocan no poder aguantar más. Me corro soltando media docena de lechazos grandes y densos que parece salgan de lo más profundo de mis adentros. ¡Qué bueno!
    
    A pesar de ...
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