Benditas sean las tetas
Fecha: 20/02/2019,
Categorías:
Confesiones
Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos
... y cinco años va a cumplir el próximo mes— tiene mérito follar tres o cuatro veces por semana y echarle cada vez dos o tres polvos a la parienta, provocándole orgasmos largos y bien sentidos, tal y como habitualmente a ella le sucede.
Yo me llamo Román, tengo cuarenta y dos años —divorciado hace ya cuatro, sin hijos— alto, delgado y grande, musculado sin exagerar —visito un par de veces por semana el gimnasio y me machaco bastante, sudo a mares, y después los conocidos nos vamos de cañas— moreno de pelo y piel, ojos marrones, dicen que soy bien parecido, resulto simpático y, la verdad, siempre se me han dado bien las mujeres, demasiado según Luisa, mi exesposa. Quizás tenga que ver con el hecho de que me encanta que las hembras disfruten y gocen conmigo, además de que sepan valorar mi polla de veintidos centímetros y medio de largo, gruesa, con un diámetro medio de cinco centímetros, con un abultamiento de un centímetro más como a la mitad del tronco, de color tostado, recta, con un ancho capullo algo puntiagudo, testículos grandes y una poblada densa mata de negro, largo y ensortijado vello púbico, que durante años llevaba completamente rasurado porque a mi ex le encantaba hacerme mamadas y jugar con mis huevos. Eso sí que lo he echado de menos, no es fácil encontrar mujeres a las que guste practicar el sexo oral más que otra cosa. Bueno, ahora con Blanca quizás vaya a poder resarcirme, es una chupapollas vocacional cojonuda; la madre, algo menos, aunque reconoce que ...
... en ocasiones le pone tener la boca llena de mi polla —cuando se pone a la faena con ganas me corro cojonudamente, se lo sabe hacer— pero lo que prefiere sentir lleno es su coño. A sus órdenes, por supuesto.
Ahora mismo estoy muy cachondo. A la hora del café Marga me ha estado vacilando —tiene esa costumbre, es un componente más de su sexualidad, de su manera de excitarse— contándome que ayer a media tarde su marido le echó dos polvos casi seguidos y sin sacarla, pero ella, aunque tuvo una gratificante corrida, se quedó con ganas de juguetear algo más, no sólo de sentir la polla dentro, sino deguarrear un poco, de echarle algo de imaginación al asunto. Habían quedado para cenar con un grupo de amigos, así que no hubo tiempo para nada más, y a la hora de dormir, el exceso de copas ahogó cualquier posible iniciativa sexual.
Son poco más de las cinco de la tarde, Marga va conduciendo camino de mi casa, y yo no paro de acariciar suave pero intensamente sus fuertes muslos, casi totalmente al descubierto gracias a la minifalda vaquera que hoy lleva. La primavera ya está avanzada, y aunque no hace demasiado calor, las mujeres decretaronla caída del abrigo hace como una semana y, cada día un poco más, van luciendo sus apetecibles carnes. Intento subir la mano hacia su sexo mientras vamos hablando como si nada pasara. Juguetea conmigo cerrando los anchos y musculados muslos con fuerza para pillarme la mano y sujetarla durante unos instantes.
—Llevo o no llevo bragas, ¿tú qué ...