Mi prima Lucía, la mejor amiga de mamá.
Fecha: 26/02/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... con tu prima que nunca sales…
- Bueno… no sé…
- ¡Sí, claro que sí! – me dijo Lucía poniendo un dedo sobre mis labios.
He de reconocer que aquel sábado estaba muy nervioso, era mi primera fiesta y además con universitarios, yo que aún estaba en el instituto. Marchamos al campus universitario y sentía cómo todos los hombres con los que nos cruzábamos se fijaban en mi prima, mi Lucía. Yo temblaba sin saber bien que me encontraría. Llegamos y rápidamente ella se puso a saludar a casi todo el mundo que nos encontrábamos por la fiesta. Al final llegaos a un grupo de cuatro chicas y allí me las presentó. Eran sus compañeras de clase y a cual más bonita. Me sentía un poco fuera de lugar, no era de aquella facultad y además la belleza de todas ellas me hacía sentirme cohibido. Poco después empezaron a llegar compañeros de Lucía y en breve estábamos unas diez personas en un corrillo, hablando y moviendo levemente nuestros cuerpos al ritmo de la música.
- ¡Toma chaval! – un compañero de mi prima me trajo una cerveza.
Yo no bebía nunca y por no hacerle el feo, me la tomé. Lucía hablaba y reía con sus compañeros mientras yo sentía que mi mundo iba girando más rápido poco a poco.
- ¡Sin cerveza! – dijo otro que me vio el vaso vacío – ¡Ahí va otra!
Empecé a tomar la segunda cerveza y mis ojos no podían fijarse muy bien en ningún lugar. Menos en la hermosa sonrisa que mi prima tenía en su boca. Aquellos hermosos y carnosos labios se movían y yo me sentía como en un ...
... sueño. Todos empezaron a hablar más fuerte, yo casi ni los entendía, pero pude ver los ojos de Lucía que me miraron, su mano me agarró por el brazo y me llevó hasta un lugar en el que habían montado una especie de pista de baile.
Siempre pensé que mi prima me llevaría allí y me soltaría para que me buscara la vida, pero ella no me soltó y bailaba conmigo mientras era la envidia de todos los chicos del lugar. Las luces y el alcohol me hacían estar en un sueño. Más cuando al ritmo de la música, Lucía me dio la espalda y llevó mis brazos a su cintura, pegando su cuerpo al mío. Me quise morir al sentir la voluptuosidad de su cuerpo, su perfume, su cuerpo que se agitaba y excitaba al mío hasta tal punto que sentí una erección con el roce de su culo. Casi estallé cuando la música paró y en menos de un segundo empezó una música lenta.
Ella se giró y me miró a los ojos, sus brazos me rodearon por el cuello y mis manos se aferraron a su cintura. Empezamos a bailar al ritmo lento de la música y ella apoyó su cabeza en mi pecho. Mi erección era cada vez más grande, no es que quisiera tener sexo con ella, pero mi novato cuerpo reaccionaba instintivamente a su cuerpo. Cuando acabó la música, nos retiramos de aquella pista de baile. Yo la seguía como perrito faldero, más bien por no conocer bien a nadie, pero también por sentirme atraído por ella.
Nos reunimos con algunos de sus amigos, y por magia del alcohol que aún recorría mi cuerpo, empecé a hablar con unas de sus amigas. ¡Estaba ...