1. Mi prima Lucía, la mejor amiga de mamá.


    Fecha: 26/02/2019, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... senté en el sofá y ellas se sentaron cada una a un lado. Me fijé en ellas.
    
    Mi madre aún llevaba el camisón de dormir y Lucía llevaba la camiseta con la que solía dormir. Debería hacer poco que se habían levantado.
    
    - ¡Así qué mi niño hacer fue un hombrecito y te defendió! – dijo mi madre.
    
    - ¡Vaya si me defendió, el tipo aquel salió volando con la patada que le dio! – me dio un beso en la mejilla.
    
    Durante el día cada uno hicimos nuestras cosas, pero no podía evitar sentirme atraído por mi prima. Mi prima permaneció todo el día con aquella camiseta como vestimenta, aunque la mayor parte la pasó dentro de su habitación. Mi madre se cambió de ropa, pero se puso una ropa con la que nunca la había visto. Llevaba una especie de camisa con un escote bastante amplio y que dejaba ver el sensual canalillo que formaban sus tetas. Mientras sus caderas quedaban bien marcadas por un pantalón bien corto que marcaba hasta su pubis y su redondo culo. Me tenían bastante excitado con aquellas dos mujeres andando por casa con aquellas vestimentas y más de una vez mi polla estaba erecta mientras mi mente me llevaba a lugares prohibidos de la lujuria.
    
    Sobre las nueve de la tarde cenamos y tras ducharnos, cada uno se marchó a su habitación. Me acosté y pensé en mi hermosa prima. Había conseguido impresionarla con mi actuación en la fiesta, y si bien me mostraba cariño por aquello, no sabía si ella querría algo más conmigo. A fin de cuentas ella tenía veinte años y podía buscar algún ...
    ... hombre mejor que yo, sobre todo en cuestión física.
    
    - ¡Eduardo, Eduardo! – escuché la voz de mi prima que empezaba a abrir la puerta - ¡¿Puedo pasar?!
    
    - ¡Sí! – le dije y mi corazón empezó a agitarse. Encendí la luz de la mesita de noche.
    
    - Quería agradecerte lo que hiciste ayer por mí. – se sentó junto a mí en el filo de la cama – Gracias a ti no tuve mayor problema con aquel imbécil.
    
    - ¡No es nada! – le dije - ¡Te ayudaré cada vez qué me necesites! – acaricié su mano y le sonreí.
    
    Se inclinó sobre mí y me besó en la mejilla con un susurro delicado me dijo “¡Gracias!” y se separó un poco, lo suficiente para qué nuestras bocas quedaran muy cerca. No lo pensé, mi corazón latía demasiado rápido para pensar y besé suavemente sus labios, un beso corto que encerraba demasiada excitación y atracción por ella. Nos miramos a los ojos y yo no sabía qué hacer. Fue ella la que me dio otro beso suave, y otro, y otro, hasta quedar unidos por nuestras bocas.
    
    Mis manos agarraron su cintura y acaricié su cuerpo mientras su lengua buscaba la mía dentro de mi boca. Se levantó y quitó la ropa que me cubría. Estaba en calzoncillos y era evidente mi erección ya que mi glande asomaba por el filo de la tela. Ella se echó junto a mí y mis manos acariciaban su cuerpo. Su boca buscó la mía y de nuevo volvíamos a besarnos. Muchos minutos pasamos besándonos, acariciándonos, sin decir nada.
    
    Entonces ella abrió sus piernas y se montó sobre mí. No paramos de besarnos mientras su cuerpo se ...
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