1. El diario de Claudia: Aventuras en el cine para adultos


    Fecha: 04/03/2019, Categorías: Transexuales Autor: ClaudiaZorra, Fuente: CuentoRelatos

    Llevaba tiempo con mi doble vida de chico normal durante el día y zorra de noche; esperaba siempre con ansias los viernes en la tarde para poder prepararme para un fin de semana solo como Claudia. Depilaba todo mi cuerpo y luego me bañaba con aceite de bebé para tenerlo completamente liso y suave al tacto. El sábado seleccionaba todo mi atuendo para la noche, desde el maquillaje hasta el color de mi braguita. Me encantaba lucir no solo sexy sino, y sobre todo, lo más putera posible. Luego de alistarme (y un par de tragos), salía por las noches hacia algún bar o night-club donde, tarde o temprano, terminaba con algo de semen en alguna parte de mi cuerpo.
    
    Por entonces no vivía en mi ciudad, Cartagena, sino por otros lados en el extranjero. No importa dónde. Recuerdo que en las afueras de la ciudad funcionaba un cine para adultos, esos que son una mezcla de tienda de juguetes sexuales y cine porno de 24 horas, ya saben a lo que me refiero. Había asistido ahí más de una vez como Carlos, buscando algún juguete o para ver una película. Pero ahora tenía el gusanito de la curiosidad de como sería si fuese vestida como Claudia, la zorra. Sabía que era exponerse un montón. Había visto a otros travestis en el lugar y la mayoría terminaba de rodillas con “algo” en la boca. Lucía extremadamente tentador.
    
    Aquel sábado estaba un poco entre molesta y frustrada por otros asuntos así que para desquitarme empecé a ver porno desde la tarde, al mismo tiempo que me metía al ano toda mi ...
    ... colección de dildos. Tenía algunos traguitos encima y claro, eso siempre me arrecha. Entonces me acordé del cine. ¿Lo hago o no lo hago? ¿Me mando así como estoy? (claro, vestía como una completa puta).“Oh mierda, es ahora o nunca”, me dije, así que revisé mi atuendo, me puse más lápiz labial, agarré mi bolso y llaves y salí disparada. Serían como las 10 de la noche.
    
    Llegué al local y me estacioné en la parte trasera. Tenía dudas pero saqué de mi bolso una botellita de wisky, me la tomé de un tiro y salí del auto. Llegué a la boletería, hice mi pago respectivo y minutos después, atravesaba el umbral hacia la oscura sala. Estaba adentro, no había marcha atrás. Pude distinguir una veintena de asistentes, algunos masturbándose. Como el piso era de madera, mis zapatos de stripper hicieron un ruido infernal haciendo que llamara la atención de inmediato (quizá subconscientemente esperaba eso). Pronto me di cuenta además, que para mala suerte (¡o tal vez, para suerte mía!) yo era la única chica trans en la sala ¡Justo hoy! Pensé. Al demonio, ya estoy adentro, así con paso seguro y derrochando sensualidad me senté en una fila casi delantera. Aquella noche llevaba puesto una minifalda negra con pliegues, tipo colegiala, medias de malla con liguero, una braga roja de spandex y un top blanco cortito que dejaba visible mi abdomen. Mi cabellera larga y ondulada cubría mis hombros desnudos.
    
    Claro, desde el momento en que me senté y crucé las piernas sabía que media audiencia dirigía su ...
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