Mi suegra encontró la horma de su zapato. Familia open mind todo vale
Fecha: 05/03/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: Nazareno Cruz, Fuente: CuentoRelatos
... tu hija. – Ella no es imparcial, puede estar forzada a mentir, ja! -Veo que no me cree…ni sé qué más puedo decir en mi favor… ¿Qué pruebas necesita?
¡Touché! Está bien, está casi la ganas, las pruebas son los gemidos fuertes de Alicia en las noches, que luego me dejan alterada y me cuesta dormirme. Deberían ser menos efusivos o menos ruidosos.
—Bueno eso debe decírselo a su hija, ella es la gritona. Y… seré un poco atrevido si le pregunto, ¿Cómo hace para calmarse?
—¡Epa!, sí que eres atrevido. – silenciosa espera… - Bueno… como hacen algunas las mujeres que escuchan gemidos y jadeos tan enfervorizadas… ¡No me preguntes más!...
Sonreímos, de momento esos puntos suspensivos escritos equivalen a miradas sugerentes que insinuaban un continuará… por la llegada de Alicia y la otra hermana, venían para la cena.
El impasse duró hasta el lunes en el regreso de mi trabajo, la “doña” estaba preparando café con esa receta familiar de agregarle un toque de canela que tan bien sabe hacer. Me quedé sentado sin que Lidia hubiera notado de mi presencia (creía), así como cinco minutos o más, viendo ese movimiento de “entre casa”, con la impunidad que da creerse sola, en un momento se levantó la falda y acomodó el cola less de la tanga, en otro movimiento metió su mano bajo la camisa y se acomodó las tetas, movimientos habituales, pero no cuando los ojos masculinos están pendientes y estudiando su anatomía.
De tonta no tiene nada, era el cazador cazado, ella supo de mí en ...
... todo momento, el reflejo en una bandeja de acero inoxidable servía de espejo para tenerme controlado, todos esos movimientos habían sido hechos adrede, más aún, exagerados y lentos como cuando metió la mano bajo la falda para “acomodarse” la tanguita negra, parodiando al chapulín colorado “todos sus movimientos estaban calientemente calculados”, diríase que causalmente exagerados para causar el efecto deseado. El juego del gato y el ratón que le dice, yo era el ratón, ella la gata que juega con mi deseo.
—¡Epa! No te escuché llegar, me sorprendiste. ¿hace mucho que estás?
—Bueno… no… hace poco…
—Y yo inocentemente haciendo café y moviéndome en soledad… bueno contigo. ¿Que viste?
—Bueno… no mucho… Solo un poco…
—¿Y… qué te pareció? ¿Te gustó?
—Sí… por qué negarlo… estás buena… diría que mucho…
—Bien, me gusta. ¡Así me gusta! Nos vamos entendiendo ¿No? ¿Podrías decir que estoy buena para estrenar yerno?
No sabía hasta donde quería llegar, pero dejaba en evidencia que le gusta apostar fuerte, sobre todo en estos temas de la seducción, estaba evitando un problema, quería ver sus cartas, que mostrara lo que tenía entre manos antes de aventurarme.
—Por los efectos… (me señala la bragueta abultada) la exhibición fue efectiva, ¿o me parece nada más?
—Sí, claro. A que negar, la evidencia está a la vista…
—No tanto, más bien está oculta. ¿Me dejas ver?
La “doña” había puesto “toda la carne en la parrilla”, que falta hacía decir algo más, todo estaba ...