La reeducación de Areana (6)
Fecha: 11/03/2019,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... cuando me pegan cachetadas o me dicen cosas, siento mucho miedo y… y también… también excitación… Cuando me dan órdenes me excito… Es terrible sentir todo esto, señora… Es terrible pensar que… que… puedo… que yo podría… ser lesbiana, porque cuando la señorita Melisa y la señora Marisa hoy me… me acariciaron, me tocaron, yo… yo me sentí muy excitada, señora…
Amalia había escuchado sumamente complacida la descripción de Areana; complacida y excitada, y dijo:
-No, querida, te comprendo porque estás apenas comenzando tu reeducación, pero si te excita ser humillada y maltratada y además si te mojaste sobre mis rodillas cuando te di aquellos chirlos, está muy claro que sos una sumisa, tesoro, aunque aún no lo tengas consciente.
-Areana sintió que sus mejillas le ardían cada vez más:
-¿Una… una sumisa?... ¿qué es ser una sumisa, señora?...
-Alguien como vos, bomboncito. –explicó Amalia: -Alguien que se excita cuando le dan órdenes y cuando obedece, cuando la humillan, cuando la maltratan, cuando la castigan y ese castigo tiene la proporción adecuada entre dolor y placer, placer y dolor.
-Como sus chirlos… -dijo Areana impulsivamente.
-Como mis chirlos, así es. Vos sos una sumisa, perrita, y aquí vamos a educarte como tal. Ser sumisa no está ni bien ni mal. Como no está ni bien ni mal ser morocha, rubia o pelirroja. Lo sí está mal es no ser uno mismo. ¿Se entiende, dulce?
Las palabras de Amalia –pronunciadas con voz acariciante- habían ingresado en la mente ...
... de Areana como una suerte de revelación. Así lo sentía la jovencita, que dejó entonces que esas palabras ingresaran sin trabas en su conciencia, y desde ese lugar preguntó:
-Sí, señora, entiendo y le agradezco lo que me ha dicho… Pero, cuando termine mi reeducación, tendré que obedecerle a mi mamá, ¿no es cierto?... Deberé portarme bien con ella…
-Cuando estés lista, es decir cuando hayamos terminado de reeducarte y seas una sumisa, claro que deberás obedecerle a tu madre, pichona, pero además deberás obedecerle a tus docentes y a toda persona que en cualquier circunstancia y lugar te ordene algo. Y eso no te va a costar, Areanita, porque para vos será un placer la obediencia.
-Sí, señora… -murmuró la pupila recordando el placer intenso y oscuro que había sentido varias veces, al tener que obedecer alguna orden de Milena.
-Y ahora basta de palabras, bomboncito… -dijo Amalia y se puso de pie para ordenarle a su pupila que se tendiera en la cama. Areana obedeció temblando de ansiedad y excitación, al imaginar las intenciones de su educadora. Temblaba de pies a cabeza y tenía la piel erizada. Trepó a la cama y se tendió de espaldas, obedeciendo una nueva orden de Amalia, que se quitó las chinelas y la bata, exhibiendo ante la jovencita su cuerpo opulento, de curvas amplias y carnes que resistían airosamente los embates del tiempo. Areana la miraba sin poder disimular su excitación y le costaba no empezar a tocarse. Amalia, tomó un pote de vaselina del cajón de su mesa ...