1. experiencia en un circo


    Fecha: 06/10/2025, Categorías: Hetero Tus Relatos Autor: elssye olinka, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... dolor que resonó en el espacio confinado del auto. El sonido de mi propia voz me sorprendió, pero no pude evitarlo. Jorge se detuvo, su mirada preocupada. Sus ojos buscaban los míos, como si necesitara una confirmación de que estaba bien.
    
    —¿Quieres que pare? —preguntó, su voz llena de preocupación. Su mano rozó mi mejilla, y sentí su pulgar acariciando mi piel húmeda.
    
    Negué con la cabeza, mordiéndome el labio. El dolor era intenso, pero también había algo más, algo que me hacía querer más. Era como si mi cuerpo supiera que había un placer más allá del dolor, algo que solo podía alcanzar si seguía adelante. Jorge me sacó su verga y la metió de nuevo, y sentí que me llenaba con solo la puntita. Pero él siguió, metiéndola cada vez más, hasta que me topó. La sensación era casi insoportable, como si mi cuerpo estuviera siendo llevado al límite.
    
    —Para —dije, mi voz apenas un susurro. Apenas llevaba la mitad, pero mi cuerpo ya estaba al límite. Mis músculos se contraían, y sentí un ardor que me hizo cerrar los ojos con fuerza.
    
    Jorge obedeció, pero solo por un momento. Luego comenzó a mover su verga dentro de mí, y el dolor se convirtió en placer. Mi cuerpo se adaptó a su tamaño, y con cada embestida, sentía una oleada de sensaciones que me hacían gemir. El sonido de mi propia voz, ronca y desesperada, llenó el auto, y me di cuenta de que no me importaba quién pudiera escucharnos. En ese momento, solo existía Jorge y yo, y la intensidad de lo que estábamos ...
    ... compartiendo.
    
    —Quiero más, quiero toda tu verga adentro —supliqué, mi voz ronca de deseo. Mis uñas se clavaron en los asientos, y sentí que mi cuerpo se arqueaba hacia él, como si estuviera tratando de atraparlo por completo.
    
    Jorge dejó de moverse y solo presionó, su mirada fija en la mía. Su expresión era intensa, casi feroz, y sentí una conexión que iba más allá de lo físico. Mi cuerpo comenzó a ceder, cada músculo relajándose para recibirlo por completo. La sensación era indescriptible, como si mi cuerpo estuviera siendo estirado y llenado de una manera que nunca había imaginado. Sentí nuestros cuerpos chocar, su pubis contra el mío, y solté un gemido de placer y dolor mezclados. Las lágrimas brotaron de mis ojos, pero no eran de tristeza; eran de pura intensidad, de una sensación que me sobrepasaba.
    
    Con lágrimas en los ojos y mordiéndome los labios, susurré:
    
    —Dame duro, Jorge.
    
    Él no necesitó más invitación. Arremetió con más fuerza, cada embestida llevándome al borde del abismo. Mi cuerpo temblaba, mis pechos se movían al ritmo de sus empujones, y mi respiración se volvió entrecortada. El sonido de nuestra piel chocando, de sus gemidos y los míos, llenó el auto, creando una sinfonía de placer que me hacía sentir viva. Entre mi llanto y risa, Jorge dijo:
    
    —Eres genial, ya te la estás comiendo toda.
    
    —Sí, sí, dámela toda —respondí, mi voz llena de desesperación y deseo. Mis palabras eran casi incoherentes, pero Jorge entendió. Continuó moviéndose con fuerza, su ritmo ...
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