Historia de dos hermanos
Fecha: 11/10/2025,
Categorías:
Incesto
Tus Relatos
Autor: Berlith, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
Hace mucho, en medio de la selva, como dirían la actual generación. Había una familia de cuatro. Mi papa, mi mama, mi hermano y yo. Tenía 11 primaveras cuando mi mama una noche nos abandonó. Al día siguiente, llego como siempre mi padre de la festividad borracho y monto en cólera al no encontrar a mi mama. Él era gordo y fornido. Que lo recuerde. Y siempre armaba lio cuando regresaba de noche allí. Una vez le dio un puñete a mi hermano por defender a mi mama. Aun así, el halo de los pelos hasta dentro de la chacra y la violo. Sus gritos y gemidos se escuchaban mientras yo estaba asustada y acurrucada con mi hermano. Después de un rato, regresaron casi desnudos. Mi mamá le colgaban retazos de su vestido que cubría poco su cuerpo. Su cara estaba roja con un hilillo de sangre en su boca. Sus brazos y piernas asomaban moretones, tierra y le chorreaba algo blanco entre sus piernas. Toda desgreñada siguió halándola, esta vez a su cama. El saco una botella y se tomó un trago de pico y siguió su faena. Yo seguí llorando, mi hermano con ira y lágrimas de impotencia, mi madre gimiendo en la cama, mucho más fuerte esta vez.
Ahora ella ya no estaba. No la culpare excepto por abandonarnos a mí y a mi hermano. ¿Porque no nos llevó?. Por pánico, por miedo. Pues debería saber lo que teníamos nosotros, sus hijos, cuando llego esa bestia y no encontrarla. Pero fue demasiado tarde. Vino y pregunto
—donde está la prostituta de su madre? —colérico con los ojos rojos como su cara, tambaleándose ...
... con la botella en la mano. Solo movíamos las cabezas negando saberlo. Busco dentro, busco fuera de la casa, si se puede llamar casa a esta choza de tablones a dos aguas y suelo de tierra apisonada. Pero, aun así, aquí fue donde nuestra mama nos pario. A mi hermano y cuatro primaveras después a mí.
Grito fuerte afuera al no encontrarla, molesto, maldiciéndola y demás improperios contra su dignidad. Y que la mataría si la encontraba. Grito y grito sonidos que los animales no lo entenderían, solo nosotros. Gritos que maldecían de donde la saco a mi mama y lo agradecida que debería estar por darle una casa. Pero solo sonaban las cigarras y demás sonidos de la selva. Nos metimos a nuestra cama antes que regresara tapándonos con nuestra frazada. Pero sus gritos seguían. Más nos preocupó cuando dejáramos de oírlo. Dentro de nuestra frazada nos abrazamos con solo lo que nos cubría para protegernos. Cada segundo nos parecía una eternidad de calma. En mi cabeza deseaba que no se acordara de nosotros. Tardo en regresar y lo que oímos fue sonido de botellas que alguien dejo en algún lugar.
—Isabel! —grito que me paralizo el corazón y siguió gritando. Oí el sonido de plástico que hacía de pared del cuarto. Halo la tela y tomo de mi tobillo para luego la muñeca —¡ven!, tú serás la mujer de la casa desde ahora.
Me rompió y quitaba la ropa cuando mi hermano nos veía asombrado y con miedo por lo que me hacía. Y sin mediar palabra se lanzó a rescatarme. Trato de hablar, pero el drogado no ...