1. Así terminó todo


    Fecha: 26/10/2025, Categorías: Infidelidad Tus Relatos Autor: SaulOsorioT, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... jamás olvidaría.
    Volví a la cocina y me quedé sentado. El nudo en la garganta no fue solo rabia: había pena, vergüenza, un asco propio que no sabía dónde poner, quise ir y golpearlo, no solo por esto que ocurría, quise hacerlo también por todas las ocasiones que me había engañado Pamela, pero sabía que Víctor me daría una golpiza y sería aún más humillante.
    Me subí al auto para tomar un poco de aire y mientras lo meditaba, ahí entendía a qué iban tanto al patio, alejados de los niños. Al final solo di vueltas por la cuadra, con las manos rígidas sobre el volante, preguntándome cuánto tiempo habría durado aquello y cuántas veces más, no había duda que esto venía siendo recurrente.
    No podía seguir engañándome a mí mismo, no había amor y aún peor, no había respeto. Pensé en los niños, pero ya había perdonado anteriores engaños con esa misma excusa, talvez aplicar ojo por ojo ayudaría, pero sabía que no me serviría de nada, el placer carnal es algo que nunca me interesó.
    Cuando por fin regresé a la casa eran casi las 9 y aún no salía Víctor, la cochera se abrió y la camioneta de Víctor salió recién quince minutos después. Entré sin prisa. 
    La encontré en la cocina, sentada. Con el mismo vestido arrugado, sin una palabra. Me miró apenas un segundo antes de bajar la vista. Era como si estuviera esperando que la enfrentara
    Yo: No te has querido ni cambiar —dije, señalando el vestido, sin gritar—.
    Decir eso fue suficiente. Ella se levantó, sin discutir, y subió a la ...
    ... habitación.
    Yo: Ven acá, Pamela. Tenemos que hablar. No seguiremos más con esto.
    Pamela: —desde las escaleras, con voz apagada— Ya como quieras. Mañana lo hablamos.
    A sabiendas de sus acciones me dolió no escuchar una disculpa, simplemente subió y se acostó, ni siquiera quiso intervenir al decirle que no seguiría con el matrimonio.
    Esa noche dormí en el sofá, sin fuerzas ni ganas de discutir. No quedaban excusas.
    El domingo siguiente no quise cambiarles la rutina a los niños. Todo iba a cambiar para ellos, y al menos quería que ese día fuera bonito para ellos. Pamela tenía la mirada perdida, apagada… o quizá solo estaba calculando qué decir. No negaré que por un momento se me pasó por la cabeza perdonarla, pero su silencio, su frialdad, me dejaron claro que ya no había nada que salvar.
    El lunes, al volver del trabajo, intenté hablar con ella del divorcio.
    O, mejor dicho: hablé yo solo.
    Pamela apenas respondía, con monosílabos, sin interés. Después de eso, pasaron días sin dirigirnos la palabra, solo lo justo por los niños. Éramos dos desconocidos compartiendo techo.
    Hasta que una tarde, al llegar del trabajo, lo vi.
    Víctor estaba sentado en la sala, relajado, conversando con Pamela y los chicos como si fuera parte de la familia.
    El corazón se me detuvo por un segundo.
    Víctor: Ey, Saúl, ¿qué tal? —dijo con ese tono amistoso, como si nada hubiera pasado—.
    Por un instante pensé que lo hacía a propósito, que quería probarme. ¿O realmente no sabía que lo había visto todo?
    Yo: ...
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