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Mi hermana Julia - 6 -
Fecha: 21/03/2019, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... prisa. Poco a poco Julia, sin dejar de besarme, levantó mi camiseta. Paré de desabrochar botones y levanté los brazos para que Julia pudiera sacar mi camiseta por la cabeza. Terminé de desabrochar el último de los botones y abrí de par en par la blusa de Julia. Me extasié contemplando los pechos de Julia, a pesar de estar cubiertos por el sujetador, pero las manos de mi hermana, libres de la camiseta, que ya estaba en el suelo en un rincón de la habitación, se dirigieron a su espalda, liberó el cierre del sostén y el sujetador quedó suelto y fofo, dejando los pechos de Julia libres de su opresión. A una señal de Julia con la cabeza, dirigí mis manos a los tirantes y los deslicé a lo largo de sus brazos; el sujetador bajó, dejó los pechos de Julia abiertos a mi vista y fue en un instante a hacer compañía a mi camiseta. Frente a mí tenía los pechos de Julia, liberados, turgentes, maravillosos, con los dos pezones parcialmente erectos, pero apuntando ya hacia arriba. Los acaricié muy suavemente, trayendo a mi mente todas las recomendaciones que me hizo Mónica en la playa: “no estrujar; no apretar”. - Vaya, Luisito, esto no se te da tan mal. Sigue así, suavemente, pero aunque aprietes un poquito no pasará nada. Si te pasas y me duele, te lo diré. Continué con mi recorrido por los pectorales de Julia, sin dejar de besarnos. Nuestras lenguas ya no se limitaban a recorrer los labios. Pretendían algo más: penetrar en la boca del otro. Apenas tardaron en conseguirlo y, una vez ...
... dentro, se buscaron. Al encontrarse, jugaron al “que te pillo”, enredándose entre sí una y otra vez; huyendo y persiguiéndose, estimulándose y generando una abundante secreción de saliva, que nos rebosaba los labios y empezaba a escurrirnos por la barbilla. Nuestras manos recorrían todo el pecho del otro y yo me atreví a presionar un poco los pezones de los senos de Julia. Con el primer pellizquito sentí que ella se estremecía. - Perdona, Julia ¿Te he hecho daño? - No, tonto. Me he estremecido porque me ha gustado; sigue así, pero no aprietes demasiado. Estuvimos jugueteando durante un tiempo. Nuestras barbillas ya dejaban caer algo de la saliva que no cesaba de fluir de nuestra boca; lo comprobé al ver cómo se humedecían un poco los pechos de Julia. Pronto nuestras manos buscaron otro destino: nuestros respectivos pantalones. Los dos vestíamos shorts -estábamos en julio-. Desabrocharnos el botón fue muy sencillo; de ahí a abrirlos y bajárnoslos, para qué os lo voy a contar. Interrumpimos nuestros juegos para lanzar los pantalones al montón de ropa innecesaria, y quedamos cubiertos solo por la ropa interior: sus braguitas y mi slip. Dedicamos un tiempo a contemplarnos: Julia no quitaba ojo de mi paquete, que se mostraba nítido y ya suficientemente henchido, como para resaltar dentro del slip con toda claridad; yo, atraído por la prominencia del monte de venus de Julia, no retiraba mis ojos de él. Los dos estábamos como hipnotizados cada uno fijo en el sexo del otro. Nuestras manos ...