Mi hermana Julia - 6 -
Fecha: 21/03/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... volaron presurosas a coger el borde superior de la prenda íntima del otro para tirar de ella y dejar al descubierto lo que tanto anhelaba contemplar cada uno: El coño de Julia y mi polla, o al revés: mi polla y el coño de Julia. Tanto monta. Retirado el último vestigio de ropa, extendimos nuestras piernas, las abrimos al máximo y al fin nos deleitamos en la contemplación de aquello que tanto nos cautivaba. El coño de Julia se dibujaba, bajo el triángulo de pelo negro que le adornaba, como si fuera una pequeña hendidura vertical bajo la protuberancia de su clítoris, todavía oculto. El sexo femenino es mucho más sugerente que el masculino; otorga más oportunidades a la imaginación. Mi polla no tenía tanto misterio: simplemente se mostraba erecta y firme, enhiesta hacia el techo, con los testículos abultados, prestos a descargarse. - Qué maravillosa polla tienes, Luis. La amo. - Qué fantástico coño contemplo, Julia. Lo amo. Cogimos nuestra cámara de video y nos hicimos unas tomas, que juramos guardar durante toda nuestra vida. La mano de Julia fue la que tomó la iniciativa y me dio pie para que yo no me mantuviese inactivo. Julia decidió que adoptáramos la posición del 69, pero no uno sobre otro, sino uno frente a otro: así nos podemos ver mejor, cariño, -dijo-. Además, si estamos tumbados nos cansamos menos y esto va a ser largo; tiene que ser largo. Una vez posicionados comenzamos a jugar a nuestro aire con el sexo del otro. Julia comenzó por masajear mi verga poco a poco; yo ...
... me dediqué a separar los labios mayores de su vulva, ansioso de contemplar esa gruta que ya se me ofreció apenas un par de días antes, pero que ahora no era nada subrepticio, sino admitido y muy deseado por los dos. Yo empecé a sentir cómo mi verga crecía aún un poco más y temí una rápida eyaculación, por lo que me dirigí a Julia. - Cariño, no te precipites. Quiero que esto dure. - No te preocupes, cielo. Si te corres, haré todo lo necesario para que ésta resucite con más ganas. Habíamos comenzado a no llamarnos por los nombres, sino por apelativos que hicieran patente que aquello no era un acto puramente sexual, -que también-, sino expresión máxima del cariño mutuo que excedía los convencionalismos. En ese instante actuábamos el uno para el otro sin ninguna reserva; ni mental ni física. Una vez separados, su vulva se abrió ante mis ojos, rosada y un tanto húmeda, invitándome a que no me quedase ahí, sino que penetrase a descubrir su secreto. Esperé un poco y comencé a acariciar con mi dedo aquella protuberancia que ocultaba el lugar donde residía la máxima fuente de placer de Julia. Poco a poco se fue retirando el capuchón protector y ante mí apareció su “pepita”, que primero acaricié con la punta de mi lengua, para lubricarla, y luego, usando ya mis dedos, frotando suavemente sobre él. Enseguida tomé conciencia de que yo no era el único en emplear el órgano muscular que tenemos dentro de la boca. La lengua de Julia ya se deslizaba por mi glande, recorriéndolo suavemente por ...