Mi hermana Julia - 6 -
Fecha: 21/03/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... cama y no podré dormir la siesta si me tomo un café ahora. Así terminamos la comida. La mesa se recogió, mi padre subió a dormir su siesta y mi madre pasó a la salita a ver la tele. Julia coincidió conmigo en el arranque de la escalera. - ¿Estás chalado, Luis? -susurró-. Yo la miré y no dije nada; sólo sonreí y le guiñé un ojo cuando pasé junto a ella y tomé la escalera para subir a mi cuarto. Noté una palmada sobre mi trasero. Me giré y vi a Julia sonriendo pícaramente. Eso fue todo por aquel día. Algo muy insospechado para tratarse de un domingo, que se presentía aburridísimo. La tarde, como casi todas: de amiguetes por mi parte y de noviete por parte de Julia. Yo salí enseguida porque había quedado con un amigo a ver un partido de básquet de la NBA que tenía grabado. Son un tanto largos y quería que nos quedase tiempo para salir luego un buen rato. Por la noche escuché de nuevo a Laura a través del tabique de su habitación, -ya supondréis haciendo qué-. Me dediqué a acompañarla a distancia en sus juegos sexuales; creo que llegamos a corrernos casi al mismo tiempo: ¡¡¡genial!!! Nuevamente era lunes. En plenas vacaciones nunca antes había ansiado tanto la llegada de un lunes. Me desperté temprano, quizá imaginando, mejor dicho, anhelando otra nueva sesión de sexo con Julia, pero al mirar el despertador de la mesita de noche comprobé que mi excitación empezaba a jugarme malas pasadas; solo eran las siete de la mañana. ¿Cómo podía haberme despertado tan temprano? Bueno… de ...
... momento no había nada que hacer. Mis padres aún no se habrían ido y Julia debía dormir plácidamente. No podía decirse lo mismo de mi polla que, como cada mañana, ya estaba tiesa y reclamaba, ansiosa, su ración de sexo. Pero tenía que empezar a olvidarme de las sesiones masturbatorias matutinas con las bragas de mi hermana. Al fin y al cabo había pasado a una fase infinitamente mejor y más placentera. Pero me costaría mucho cambiar de hábitos. Seguro. No pude volver a conciliar el sueño. Mi erecto rabo me lo impedía así como el ruido que hacían mis padres al asearse y luego bajar a prepararse el desayuno. Por el sonido de sus pasos por la casa pude constatar la rutina de cada día, hasta que al fin oí cerrarse la puerta de la entrada y luego su coche. ¡Al fin se habían ido! Tranquilidad de nuevo hasta casi las ocho de la tarde y con muchas expectativas de diversión por mi parte hasta esa hora. Pensé inmediatamente en Julia… en todo lo que imaginaba hacer con ella ese lunes; pero comprendí que no era un buen plan el levantarme completamente empalmado para ir corriendo a su habitación. Como mínimo, no era elegante; aparte de que me enviaría directamente a la mierda en cuánto apareciese así. Eso es lo que me temía. Recordando el episodio de la comida me alegré de que el grado de compenetración y complicidad que había alcanzado con Julia fuera tan elevado, aunque no para llegar al extremo de irrumpir en su cuarto, polla en ristre, pidiendo guerra. En consecuencia hice de nuevo todo lo ...