1. Confesiones de un aficionado


    Fecha: 21/03/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: GabrielledelD, Fuente: CuentoRelatos

    ... vulnerable. Solíamos vernos casi cada día como cualquier pareja, pero para las sesiones reservábamos la tarde-noche de cuantos sábados nos era posible. Eran jornadas agotadoras: empezábamos a últimas horas de la tarde y terminábamos a veces casi de madrugada. Durante esos periodos se plegaba sin rechistar a todos mis caprichos. Empezó a llamarme Amo, lo que al principio me divirtió más que otra cosa. A decir verdad antes de esa época yo estaba poco interesado en la D/s. Siempre fui aficionado al sadomasoquismo, ya os lo he dicho, pero esa situación de dominio y poder sobre ella cada vez me gustaba más. Un día entre semana me anuncio una sorpresa para el siguiente sábado. Hacía más de un mes que no encontrábamos una ocasión propicia para nuestro “juego”, así que esperaba ese fin de semana con verdaderas ganas. Yo soy muy, pero que muy curioso pero a pesar de mis esfuerzos no quiso soltar prenda. Cuando quedamos en el bar habitual apareció con otra chica, Teresa, una rubita con pinta de nórdica, veinteañera como ella. Me la presentó como una amiga de la facultad que venía a pasar el fin de semana. Para mis adentros pensé ¡vaya sorpresa de mierda! Así que resignado de nuevo a una tarde tranquila pregunte qué querían tomar. Mi novia pareció no entender nada y me preguntó porque no nos íbamos ya a nuestra “mazmorra”. Llamábamos así al lugar de nuestros encuentros, una casa vacía en el campo propiedad de una tía mía. Ante mi extrañeza me aclaró la situación... ella venía a sumarse ...
    ... al grupo. Resultó ser una sumisa suya (algo también habitual en este mundo del D/s) con la que se veía alguna vez entre semana. Yo ya sabía que mi novia era bisexual pero pensaba que en ese tiempo de vida en común solo existía yo. No me importo demasiado, la verdad. Mi relación con ella había aumentado considerablemente en el aspecto sexual y debilitado en el emocional. La chica era una preciosidad... así que ya os podéis imaginar cómo me sentí. Acepté por supuesto. Esa noche por primera vez en mi vida azoté a dos mujeres frente a frente y espalda contra espalda.
    
    Esa privilegiada situación duró casi un año, justo hasta el final del curso académico en que Teresa volvió a su casa paterna. Mi novia y yo seguimos con lo nuestro todo ese verano. Al poco de reanudarse las clases Teresa reapareció de nuevo con Stella. Las acompañaba otra chica, algo mayor y extremadamente delgada, que resultó ser una profesora de ambas. Así que el grupo era ya de un amo y tres sumisas... no me lo podía creer.
    
    Stella y yo nos habíamos montado una sala apañadita, en la planta alta de la casa, con una estufa de gas, una barra de balancín, un camastro, y nuestro particular potro: un somier inclinado sin malla, que incorporaba muñequeras y tobilleras de construcción casera. No nos faltaban cinturones, algún látigo para caballerías, esposas, etc. Menos mal que mi tía estaba impedida y nadie se acercaba nunca por allí excepto yo.
    
    Pero esta vez el grupo duró poco: mi novia y la nueva se enrollaron ...
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