1. MI ABUELA REMEDIOS LA DOMINATRIX Y YO SU ESTUPIDO ESCLAVO, PARTE 1


    Fecha: 18/12/2025, Categorías: Dominación / BDSM Tus Relatos Autor: scatgummi, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... lamentar tus burlas. Tus risas se convertirán en llantos". He de admitir que me asustaba verla tan furiosa, con su dedo enguantado apuntándome mientras lo decía, pero en el fondo sabía que no podía hacerme nada, que mi madre siempre me defendería a mí.
    
     Todo explotó por los aires aquel día. Un día que iba a la cocina en busca de algo de comer me encontré con un tarro medio destapado y, dentro, había un manojo de billetes. Era el dinero que la abuela sacaba a principios de mes del banco para pagar los gastos necesarios de la casa. Me acerqué con disimulo, agarré dos billetes y los metí en mi bolsillo. Os aseguro que esos dos billetes no me duraron más de una noche en el bar que frecuentaba con mis amigos.
     Cuando la abuela Remedios contó los billetes, comprobó que faltaban dos. Rápidamente supo que había sido yo. Se acercó furiosa a recriminarme que ahora robaba en mi propia casa. Yo lo negué todo, le dije que no sabía de qué hablaba. Cuando llegó mi madre, le contó que había robado dinero. Yo lo negué todo otra vez y dije que era la abuela, que ya no se acordaba de las cosas y no había contado bien los billetes. Mi madre me creyó. Comprobé la furia de la abuela mirándome, lanzando rayos por los ojos mientras yo sonreía con cara burlona. Una vez más, ella había quedado en ridículo.
     Aquel día fue cuando la abuela Remedios dijo para sí misma: "Si ella no pone remedio a su comportamiento, lo haré yo". Y comenzó a planear un plan que sería fatídico para mí.
    La venganza de ...
    ... la abuela Remedios no fue un impulso, sino un cálculo frío y meticuloso que se puso en marcha esa misma mañana. La furia de la noche anterior, la humillación de haber sido desacreditada una vez más por su propia hija, se había transformado en una calma peligrosa, en una determinación de acero. Mientras mi madre salía para el trabajo, ella permaneció en casa, pero no en su letargo habitual. Aquel día, tenía un propósito. Necesitaba salir a comprar algunos objetos que iban a ser completamente necesarios para su venganza hacia mí. 
     Su primera parada fue una ferretería en el barrio viejo, un lugar polvoriento y oloroso a metal y a disolvente. Se acercó al mostrador, y sin preámbulos, le dijo al dependiente, un hombre joven con las manos manchadas de grasa: "Necesito un rollo de cinta americana. La que más pegue". El hombre, tras escudriñarla por un instante, le tendió uno de color plateado. "Llévese esta", le dijo. "Es de embalar industrial. No se despega. Tiene una fuerza tremenda". La abuela asintió con una lentitud casi amenazante, satisfecha. Junto a la cinta, añadió un manojo de cuerda de cáñamo, gruesa y áspera, sintiendo su textura entre sus dedos enguantados en sus guantes de piel marrones  que usaba en la calle. 
     Su siguiente destino la llevó cerca, a una tienda de animales en las afueras, un lugar con un olor penetrante a piensos. Caminó con determinación hasta el pasillo de los collares. Buscaba  un collar de perro, uno imponente, de cuero y grueso, con una hebilla ...
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