La sumisión de tía Viviana
Fecha: 24/03/2019,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... frotó en sus manos, las cuales, enseguida se llenaron de la espuma blanca. Se inclinó y con ambas manos frotó mi verga, que ya estaba dura, llenándola de jabón.
Lo hacía con determinación, como si quisiera dejar mi pija impecable. Su corpiño y su tanga blanca comenzaban a empaparse mientras me frotaba como si me estuviese masturbando. Su rostro no reflejaba una expresión diferente a la que tenía cuando ponía la ropa a lavar. No era consciente de lo que estaba haciendo, sólo se limitaba a actuar en base a lo que le ordenaba.
—las bolas también. —dije, jadeando, ya que la continua estimulación me producía un placer imposible de ocultar.
Enseguida mis testículos se llenaron de espuma blanca.
—Sos muy buena tía. Sos una mujer sumisa y obediente. —la felicité, acariciando su cabello.— ahora enjuagame.
Tenía mucho vello púbico, por lo que la ayudé a enjuagarme, para que no esté tanto tiempo ahí, ya que notaba que en cualquier momento iba a estallar.
Cuando mi sexo quedó impecable, ya sin el contacto con las manos femeninas, sentí que el orgasmo era inminente, y sin la menor estimulación, mi verga escupió dos chorros de semen que impactaron en las caderas y pelvis de Viviana, ensuciando su diminuta tanga.
—Al final, no pude aguantar más. Pero no importa. Ayúdame a secarme.
Ella lo hizo, y luego yo le sequé su sinuoso cuerpo, sintiendo la firmeza y voluptuosidad de cada una de sus partes. Aun así, la dejé con la tanga húmeda, con una viscosidad ...
... invisible en parte de ella, y también con el corpiño.
—Me estoy divirtiendo mucho con vos, tía. Sé que en un par de horas no vas a recordar nada de lo que pasó, pero yo no me lo voy a olvidar nunca. Vení, ya es hora de ir a la cama.
Fuimos hasta mi pieza, que estaba tan desordenada como la de cualquier adolescente.
—Tirate en la cama, boca abajo.
Viviana extendió su cuerpo sobre el cubrecama. Se quedó ahí sin apenas moverse.
Me quedé un rato mirándola. Era difícil decidir por dónde comenzar a devorar a semejante mujer, más cuando sabía que podía hacerle todo lo que quisiera, pero en un tiempo limitado. Calculé que me quedaban como máximo dos horas.
—Quedate así, no te muevas.
Acaricié sus piernas por primera vez. La piel estaba húmeda, y algunas gotitas reposaban sobre su blancura. Mis dedos se deslizaron lentamente, partiendo desde detrás de sus rodillas, subiendo poco a poco. Me incliné, y la besé la espalda con ternura. Luego la saboreé con la lengua, al tiempo que mis manos avanzaban hasta su entrepierna y nalgas.
Los glúteos eran tal como me los imaginaba. Firmes y tersos. Le corrí el pelo a un costado, para darle un chupón en el cuello. Ella, fiel a mi orden, sólo hacía mínimos movimientos debido a mis toqueteos. Mi sexo ya estaba endureciéndose de nuevo. Apoyé mi tronco sobre su cuerpo, mientras seguía acariciando sus nalgas.
Mis dedos agarraron el elástico de la tanga, y tironearon hacia abajo, despojándola de una de las últimas prendas que la ...