1. La sumisión de tía Viviana


    Fecha: 24/03/2019, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... cubrían.
    
    —Wow, tu culo es el mejor tía, de eso no cabe duda. —le dije al oído mientras la tela blanca se deslizaba por sus piernas, hasta que se la quité por completo.
    
    Luego desabroché su corpiño. La abracé por atrás y estrujé sus tetas. Mi sexo erecto se apoyó en sus carnosas nalgas. Hice un movimiento pélvico, y con ayuda de mi mano apunté mi verga a su sexo.
    
    —Por fin sos mía, tía. —le dije, cuando comencé a penetrarla. —Por fin sos mía.
    
    Su cabello olía bien, y sus tetas, aprisionadas en mis manos, me excitaban de tal manera, que a pesar de que me quedé casi inmóvil, penetrándola milímetro a milímetro, con una ternura infinita, mi verga en ningún momento dejó de estar extremadamente tiesa.
    
    Pensé en lo mal que estaba haciendo, y en lo injusto que estaba siendo con mi querida tía, al aprovecharme de ella y ultrajarla. Pero esto, lejos de hacerme sentir culpable me hacía experimentar una sensación de omnipotencia que nunca había sentido.
    
    Apreté con más fuerza sus tetas. Sentí que el orgasmo era inminente, pero, a pesar de que la penetraba sin preservativo, la sensación de su cuerpo húmedo junto a mi cuerpo caliente era tan linda que no tuve ganas de apartarme mientras eyaculaba.
    
    Tía Viviana había quedado boca abajo, sin decir palabra. Le corrí el pelo a un costado y ella giró y se encontró con mi cara. Todavía estaba atontada, pero ya parecía un poco más lúcida que hace unos momentos.
    
    —Vamos a jugar un rato más, y ya te vas a ir. —Le dije.— Date ...
    ... vuelta.
    
    Ella giró sobre sí misma. Sus tetas quedaron expuestas. Chupé el pezón de una, mientras masajeaba la otra. Su cuerpo se había secado casi por completo, y ahora podía sentir la calentura brotar de su piel. La abracé. Esta vez sentí un profundo amor por esa mujer. Mi verga se puso rígida enseguida. Me dejé llevar por la lujuria de nuevo. La penetré, esta vez con más ímpetu que antes. Sus ojos drogados apenas mostraban alguna sensación cuando la embestía con potencia. Besé sus labios, a lo que ella retribuyó con apatía. Puse sus pernas en mi hombro, y ahora, totalmente abierta, tía Viviana recibía mi verga en lo más profundo de su sexo.
    
    Estaba transpirando con tanto ajetreo, y mis piernas no aguantaban más, pero seguí penetrándola furiosamente hasta que acabé de nuevo adentro suyo.
    
    Ya era hora de dejarla ir. Pero antes la hice caminar desnuda por toda la casa, mientras le ordenaba que me trajera alguna cosa, o que acomode alguna otra, como si fuese una mucama sin uniforme alguno. Le devolví el vestido, pero no así la tanga, ni el corpiño.
    
    —Ya podés ir a tu casa tía, otro día nos vemos.
    
    Ella hizo un gesto de perplejidad, y agarró la bolsa con la ropa lavada y desapareció de mi vista.
    
    Durante varias semanas no supimos nada de Viviana y su marido. Mis padres se preguntaban por qué nos estaban evitando. Yo tenía un poco de miedo, lo reconozco, no estaba del todo seguro de si realmente se olvidaría de todo lo sucedido, pero aun así estaba feliz, porque por fin pude ...
«12...5678»