1. La maravillosa experiencia con mi hijo


    Fecha: 28/03/2019, Categorías: Incesto Autor: Libra, Fuente: CuentoRelatos

    ... amigos.
    
    –Y ahora que tengo tus tetas tan cerca me parecen un postre maravilloso, aunque tengo que decirte que ya te las había visto antes, pues a veces te espiaba al bañarte o cambiarte. Deberás perdonarme.
    
    –¿Perdonarte? Sufrirás un castigo por tramposo –y le di un mordisco cariñoso en una de sus tetillas.
    
    Entonces él se decidió a tocar una de las mías. La palpó y luego fue a la otra e hizo lo mismo, así estuvo un rato pasándome suavemente la palma de la mano por una y por otra teta, mis pezones se inflamaron y a él le hizo tanta gracia que les dedicó a ellos toda su atención. Luego bajó la mano hacia mi trasero me lo acarició y pensé que quería descubrir más cosas de mí, por eso me bajé de su cuerpo y me tendí a su lado dejándole admirar toda mi desnudez.
    
    –Esto sí que no lo había visto nunca –murmuró y empezó a acariciarme los pelos y pasar su mano sobre mi conejo.
    
    Yo entonces creo que temblaba, no sé si de emoción o de deseo, y al mirar hacia sus partes bajas las vi de nuevo en una completa erección y entonces supe que lo volvería a probar, pero ahora sería yo la que dirigiera para calmar su ímpetu y disfrutarlo más.
    
    –Ven -le invité a subirse de nuevo sobre mí –te enseñaré a dominarte.
    
    Cuando lo tuve encima abrí bien mis piernas y tomé su polla completamente dura en mi mano y la dirigí hacia el agujero. Cuando quiso volver a hundirla como al principio, le dije:
    
    –Tranquilo, no claves a fondo, hazlo suavemente a mi ritmo y sólo cuando yo eleve ...
    ... el culo lo metes hasta atrás.
    
    Así lo hacía, aunque a veces tenía que poner mi mano entre nuestros sexos para separarlo un poco, porque parecía que quería atravesarme. Otras veces le hablaba algo para distraerlo y prolongar ese acto que tanto me gustaba al estar dirigiéndolo yo por donde me gustaba y sobre todo porque el contacto de su miembro suave y duro en mi clítoris me hacía sentir allí algo que no puedo contar con palabras.
    
    Yo me movía lascivamente levantando la pelvis para recibirlo completamente y apretándole el capullo con mi almeja, apreciando por su respiración cómo le gustaba más. Así estuvimos casi media hora hasta que lo oí decir con voz ronca de placer:
    
    –No aguanto más –y volví a sentir en mis entrañas aquel líquido caliente.
    
    –Ahora sí que estuvo bueno, tenías razón –balbuceó contento.– Siempre has sido una mamá maravillosa.
    
    Luego nos duchamos juntos durante un larguísimo rato. Le hice que me lavara él lo que me había dejado casi marchito, cosa que hizo encantado muy cuidadosamente y yo le devolví el favor aseándole su paquetito que al contacto con mi mano quiso volver a hacerse grande.
    
    Después de esa experiencia tuvimos otras muchas más. Lo hicimos de todas las formas posibles. Especialmente yo de rodillas y el por detrás, ya que le gustaba mucho poseerme así, y a mí no digamos.
    
    Lo hicimos en todos los rincones de la casa: en la cocina, en la ducha, sobre la mesa del salón y hasta en una terracita que tiene el piso cuando nadie pudiera ...