1. El semental de confianza


    Fecha: 28/03/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Thomas, Fuente: CuentoRelatos

    ... porque me coja otra vez… mmmmh”. Ana sintió su vagina humedecerse y recordó la advertencia de Ramón sobre sus inapropiados calzones.
    
    En ese preciso momento, dos de sus amigas se levantaron para retirarse. Miró su reloj y eran casi las 12:30 de la tarde. Aprovechó para levantarse también. Su amiga que le había alabado el cutis le pidió la marca. Ana simplemente sonrió y le dijo: “no tiene pierde, el envase tiene forma de verga y es como de este tamaño”, le dijo, al tiempo que con sus maños le mostraba una distancia de 12 pulgadas”. Las carcajadas de las amigas no se hicieron esperar. “¿Eduardo se viene en tu cara?” preguntó una de ellas, atizando aún más el pícaro ambiente.
    
    Ana no contestó. Simplemente besó en la mejilla a dos o tres de ellas a su alcance, besó la punta de sus dedos y se los esparció a las demás, despidiéndose finalmente.
    
    Camino a casa, Ana se despojó del calzón poco a poco, cuidando que ningún otro conductor se percatara. La tarea la concluyó en el segundo semáforo. Puso su humedecido calzón en su bolso. Su vagina babeaba excesivamente.
    
    Cuando Ramón escuchó la puerta eléctrica de la cochera abrirse, su pene pegó un salto. Tan hermosa como se fue, ella regresó. El albañil, trepado en la escalera la vio acercarse, caminando con su habitual encanto.
    
    “Hola guapo”, le dijo, al tiempo que le arrojó su calzón en la cara. Ramón dejó de inmediato lo que estaba haciendo, saltó detrás de ella, ensució su vestido con sus manos al tiempo que se lo quitaba ...
    ... con desbordante pasión. Ella empezó abajar sus pantaloncillos y a acariciar su gigantesco pene, mientras él continuaba desnudándola y besándola.
    
    “¡Mmmmh!”, exclamó Ana, mientras Ramón besaba su cuello, “solo pensé en ti y en tu vergota”, le dijo, mientras buscaba su boca para besarlo.
    
    En unos instantes le dejó desnuda, solo con el transparente brassiere puesto. La cargó hasta el mismo sillón donde ella le mamó el pene en la mañana, le arrancó de un tirón el brassiere, arruinándolo, y empezó a lamer su babeante vulva, devorando y disfrutando el abundante fluido vagina de la bella señora.
    
    Ramón empezó a mordisquear sus enrojecidos labios vaginales mientras ella se retorcía de placer.
    
    “¡Dámela!”, ordenó ella. “¡Quiero pegarte un mamadón inolvidable!, decía entre jadeos y suspir
    
    “¡Dámela!”, insistió. “¡Ponla en mi boca, me muero por mamártela!”.
    
    Ramón la ignoraba mientras seguía lengüeteando la vagina, haciendo un ruido exagerado.
    
    Se incorporó un poco, tomando a Ana de las nalgas, y con un certero movimiento, introdujo su pene en la vagina de su bella patrona, avanzando con rapidez, metiéndolo y sacándolo en cortos intervalos, hasta llegar a tocarle el cérvix, arrancándole un increíble gemido.
    
    Ana subió sus piernas en los hombros de Ramón, entrelazaron sus manos y se miraron con pasión. Cada vez, el duraba más tiempo inmóvil cuando la tenía totalmente penetrada, tratando de jugar con su glande en lo profundo de su vagina, haciéndola que gimiera y jadeara ...
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