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Me enamoré de una prosti (parte 4)
Fecha: 12/04/2019, Categorías: Masturbación Autor: evloguer, Fuente: SexoSinTabues
... situaciones sin hablar de más delante de todo el mundo en la mesa. Esta vez no vino la chinita y me senté esperando que se cambiase mientras fingiendo voz de bebita farfullaba que la desvistiese ya que ella no sabía hacerlo. Me temblaban las manos como padeciendo Parkinson al desabrocharle la blusita viendo aparecer sus hermosas tetitas, eran pequeñas no necesitando soutien aún y le dí un casto besito a cada una. No me animaba a quitarle la pollerita hasta que ella misma se la bajó, su imagen solamente vistiendo bombachita me tenía hipnotizado, solamente murmuraba que era hermosa mientras buscaba el camisolín para dormir. Antes de ponérselo quise abrazarla así en pura piel, sintiendo sus bracitos que me aferraban el cuello pero no me animaba a acariciarle el cuerpito, solamente pude enredar mis dedos en su cabello mientras nos besábamos suavemente. Ya sentado, estaba leyendo mientras le agarraba una mano, no lograba leer ni un renglón completo sin agacharme a besarle los deditos, cada tanto le miraba los pezoncitos erguidos bajo el transparente camisolín y temí cometer alguna barbaridad decidiendo irme luego de darle un apasionado beso de buenas noches. Ya en el cuarto de Marta, ella estaba preparando un bolso con su ropa, algo triste informaba mudarse a una casa del centro donde tendría ...
... cerca todas las comodidades para el parto. Nos abrazamos mientras trataba de alegrarla sugiriendo que podríamos despedirnos con una rápida cojidita por el culo, sus carcajadas la hicieron doblar mientras se quejaba de molestias en la panzota. Me ofrecí a llevarla en mi automóvil pero el taxi ya la estaba esperando. Como despedida me dijo que su amiga la reemplazaría en todo y podría cojérmela todas las veces que desease, esta vez las risas eran mías. Quedando solos con la oriental mientras se aferraba a mi brazo diciendo temerosa que al otro día ya comenzaba a trabajar, traté de tranquilizarla recordándole que ella ya sabía las condiciones de este empleo pero sollozaba abrazándome y terminamos en un beso tremendo, ninguno quería apartar la boca del otro. Se quejaba que habían clientes gordos o viejos y brutos, recomendándole no dejarse tocar mucho si no le agradaba la persona; no sabía cómo decirle que igualmente todos se la iban a cojer. Le recordé que vigilase mucho la higiene y su salud, además que no permitiese relaciones anales de no sentirse muy cómoda con el hombre en cuestión. Ya no sabía qué aconsejarle, a fin de cuentas era una puta más de este burdel y debería cojérmela mucho antes de estar muy usada pero compartíamos ciertos secretos que me hicieron encariñar con ella. (Continuará ?)