1. Mi hermana Julia


    Fecha: 14/04/2019, Categorías: Incesto Autor: ya1gor9di4si, Fuente: SexoSinTabues

    MI HERMANA JULIA En la mayor parte de las historias de incesto la víctima suele ser una chica o una cría muy jovencita, que es seducida, o violada, por algún miembro de la familia, generalmente el padre, tío, primo, hermano y, en pocos casos, un abuelo. En casi todos ellos la chiquilla es engatusada o, más bien, sencillamente engañada, -de ahí su carácter de víctima-. En ocasiones es un chico el objeto de incesto pero el grado de parentesco suele ser el mismo, aunque a veces también participe la madre. Al final de la historia la “víctima” casi siempre tiene agradecimiento para el pariente que la inició sexualmente, por los mundos desconocidos que le hizo descubrir y disfrutar. Pues bien; la historia que voy a contar pudo haberme sucedido a mí y la voy a narrar en primera persona. Ocurrió cuando yo era un adolescente de cierta edad, y tuvo lugar dentro y a veces fuera del seno familiar. Mi historia se parecerá poco a las que estáis habituados a encontrar en esta sección. En este relato no soy la víctima. El novato, el ignorante en materia sexual soy yo y, sin embargo, soy el que promueve el incesto. Soy el protagonista, el que urde toda la trama y el que suele llevar la iniciativa. Quedará patente desde el primer momento, pero habréis de tener paciencia para llegar al final. Os aguardan sorpresas que pocos podríais imaginar. Bien; al grano. Mi nombre es Luis y la historia se remonta a un buen puñado de años atrás, concretamente cuándo aún todos vivíamos en el domicilio ...
    ... familiar. La familia estaba compuesta por mi padre, Pedro; mi madre, Felisa; mi hermana Julia y yo. Por aquel entonces estaba a punto de cumplir quince años y mi hermana Julia tenía diecisiete, casi dieciocho. Me llevaba tres. Como hermano pequeño, era el blanco en que confluían casi todos los golpes. En casa no tenía voz ni voto; porque todavía era un crío. La mayor, no; Julia ya era toda una señorita, buena estudiante y pronta a ingresar en la Universidad; se le tenían en cuenta sus opiniones. Pero nada de eso me hizo ser resentido. Yo la quería, y la quiero, muchísimo. Yo adoro a mi familia. Me llevo bien con todos, -en aquella época, dentro de un orden-, y no había problemas dignos de mención. No podía quejarme. Mi padre poseía una pequeña industria y mi madre le echaba una mano con la administración. Vamos, que se encargaba de la oficina. Vivíamos en un chalecito con jardín y piscina, dentro de una nueva urbanización, en una localidad del cinturón industrial, muy próximo a una capital de la costa mediterránea. Nuestra economía gozaba de una cierta holgura, lo que permitía que tuviera una paga semanal nada desdeñable -aunque siempre me parecía poca-, pero eso va implícito a esa edad en que nada te parece suficiente. Mis padres salían de casa cada mañana temprano, sobre las siete y media. Mi hermana y yo preparábamos nuestro desayuno, para luego irnos al instituto, que no quedaba muy lejos de casa. En la tarde se distribuían las tareas de la casa, en las que colaborábamos mi ...
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