Mi hermana Julia
Fecha: 14/04/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: ya1gor9di4si, Fuente: SexoSinTabues
... fijaban en mí, hacían bromas y se producían las típicas “risitas” al pasar junto a un grupo de ellas. Era, en definitiva, un chico normal y sano, aunque mis relaciones con el sexo contrario fuesen realmente escasas; por no decir, nulas. –Ya he dicho que era muy tímido-. Me costaba mucho incluso el hecho de hablar con las chicas en el colegio. Todo eso me condicionaba mucho. Julia no era así… recuerdo perfectamente sus frecuentes ligues con chicos de su edad, y también la pandilla de gente con la que salía, en la cual ella era el centro de atención… todos los chicos parecían estar embelesados por los encantos de mi hermana, aunque yo por aquel entonces no podía llegar a comprenderlo. Sin embargo esos sentimientos hacia mi hermana habrían de cambiar mucho en el futuro. Bueno… la nuestra no era una familia muy permisiva respecto al sexo: eso seguro; aunque tampoco lo consideraban como tema tabú. De todas maneras el ambiente había sido lo suficientemente “estricto” como para que Julia y yo tuviésemos cuartos separados a partir de una edad prudencial. Eso sí; nos tocó compartir pared en el primer piso de la casa. Subiendo las escaleras la primera habitación era la de Julia, la siguiente la mía y al fondo estaba la habitación de mis padres y un cuarto de baño completo, en medio. Tampoco tuvimos Julia y yo ningún tipo de conversación relacionada con el sexo. Desde luego; yo no la tuve con mi padre, por lo que supuse que mi madre tampoco educaría mucho a Julia en tales menesteres. ...
... Nos defendimos y aprendimos como cualquier otro chaval: en el colegio, con los amigos, alguna que otra revista y, en definitiva, en la calle. Yo empecé a notar cambios en mi cuerpo ya hacía unos años; de los sueños calientes y de despertarme mojado pasé a saber controlar tales emociones y poder satisfacer mis necesidades por medio de la masturbación. Mis imágenes favoritas para tales “trabajos manuales” siempre fueron las chicas de clase, y alguna que otra profesora buenorra que teníamos en el colegio. Por su parte, Julia ya debía de haber pasado de tales “juegos”, si es que alguna vez los practicó, ya que varias veces la sorprendí con algún chico detrás del seto del parque de la urbanización, en actitud algo más que simplemente “amistosa”. Bueno… era lo normal; era el lugar al que las parejitas iban a pasar el rato y también mi lugar favorito, y el de mis amigos, para ir a hacerles gamberradas. Gracias a tales encuentros y a mi “altamente desarrollada” capacidad de chantaje, pude librarme en más de una ocasión de las labores domésticas más incómodas. Julia claudicó más de una vez. Eso fue lo más importante a señalar entre mi hermana y yo, en cuanto al tema “sexo” se refiere. Una buena excusa que me permitía librarme de alguna tarea doméstica, siempre a cambio de mi complicidad y silencio, y una preocupación más para mi hermana, para que yo no la pillase dándose el lote con algún chico del barrio. Sin embargo todo esto cambiaría radicalmente, precisamente por una de esas tareas ...