La historia de Ana (Capítulo 1)
Fecha: 15/04/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... unos segundos interminables.
—Mirá, vos siempre me decís cosas lindas, y sos bueno conmigo. Pero a mí no me gusta que me molesten. No me gusta que me manden mensajes todo el tiempo, y tampoco me gusta que te pongas celoso si me ves con un tipo.
—Pero Ana, yo…
—No me digas que no, porque es así. —me interrumpió— Yo estoy mal hace rato con mi novio, y si quiero salir con otros tipos, no tenés derecho a mirarme mal.
“Otros”. El plural me mató. ¿Había más tipos aparte de ese pelado que le sacó un orgasmo después de la medianoche?
—Así que necesito que me prometas que te vas a limitar a hacer tu trabajo, y que no te vas a meter en mi vida, y por favor, si sabés que estoy con Andrés, no me mandes mensajes, porque eso ya me trajo problemas.
Me sentí muy apesadumbrado. Me había llamado hasta ahí sólo para poner los puntos sobre las íes.
—Está bien. Te prometo que no te voy a molestar. —susurré, ya imaginándome en mi puesto de trabajo, saludándola formalmente como a cualquier otro vecino, y ni pensar escribirle algún mensaje. Era el final de una relación que nunca empezó.
—¿Entonces me lo prometés? ¿No vas a causarme problemas?
—Te lo prometo. —dije, ya parado para irme.
—Espero que cumplas tu promesa. ¿Por qué sos tan tímido?
— No sé. Sólo soy así.
— Si te gusto tanto ¿Por qué no hacés algo?
— Es que no sé qué hacer Ana. —dije, confundido— Y menos después de lo que me acabás decir.
—Sólo te dije que no me gusta que me molesten —dijo. ...
... Estábamos sentados uno al lado del otro, pero ella se acercó más, deslizándose como gata, hasta que su pierna desnuda tocó la mía.— ¿Sabés por qué me llevo mal con Andrés? —susurró la felina, poniendo una mano en mi pierna.
—¿Por qué? —Pregunté, con la respiración agitada. Sintiendo el aroma que desprendía su cuerpo. No usaba un perfume en particular, pero olía como si se acabara de bañar.
—Porque no me coge tanto como quiero. —dijo Ana, mirándome a los ojos. Sus labios dibujaron una perversa sonrisa al ver mi expresión al reaccionar a sus palabras tan directas. Sus dedos, se deslizaron, suaves, hacia arriba.
—Yo te cogería todos los días. —dije por fin.
Ana apretó por encima de la bragueta de mi pantalón, sintiendo cómo mi sexo, ya hinchado, se erigía hasta quedar duro como piedra, y recto como mástil.
—Mmmm que grande la tenés. —murmuró, mordiéndose el labio inferior. Bajó el cierre, metió la mano, y en un movimiento, como quien manipula una palanca, liberó mi verga venosa. Acercó su rostro. Era el mismo rostro bello, aniñado y angelical con el que muchas veces soñé con darme un beso romántico, sin embargo, Ana no se acercaba a besarme tiernamente, sino que se dirigía a mi sexo, que la esperaba, impaciente.
Lo olió. La punta de la nariz tocó el glande, y un poco de presemen se impregno en ella. Luego llegó la gloria. Se metió la pija en la boca.
Lo hacía como una experta. Varias veces me había ido de putas, para romper con la abstinencia sexual, pero Ana la ...