La roja, la rojita y la chochona
Fecha: 18/04/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Antes de que en las tómbolas se hiciera famosa la muñeca Chochona, en Galicia había una de carne y hueso. Vivía apartada de la aldea, en un monte. Su casa era conocida cómo la casa de la puta, y no había hombre de esa aldea, (y alguna mujer) que no hubiese visitado a la Chochona.
Cuando esta historia acaeció cobraba quinientas pesetas por un polvo... El trato era que cuando el hombre, o la mujer, se corriera, el tiempo se acababa.
La Chochona, en los años 70 tenía, según ella, 22 años. Llevaba cinco follando por dinero (empezara cobrando doscientas pesetas) Medía un metro ochenta y algo y era gorda. Andaría en los 120 kilos, pero era muy guapa, de ojos azules, con tremendas tetas y un culo espectacular. Su cabello era negro muy largo, tan largo que le cubriá las nalgas.
Era verano, finales de julio o principios de agosto, ya no me acuerdo bien, lo que sé es que llegó a la aldea Luisiño, un chaval delgadito, de mi estatura, 1.60. (teníamos los dos la misma edad, 18 años) El chaval era sobrino y ahijado de la Chochona. A su madre y a su padre los metieran en la cárcel por robar una gallina, y la Chochona (Obdulia) se tuvo que hacer cargo de él.
En fin, que me fui haciendo amigo de Luisiño con la intención de echarle un polvo a su tía. (Tenía las quinientas pesetas ahorradas, pero la Chochona no follaba con quinceañeros) La hostia fue que a Luisiño, pasado un tiempo, después de ver el trasiego que había en su casa, se le fue la timidez, espabiló, y me sorprendió ...
... un día, diciendo:
-¿Quieres ganar algún dinero, Quique?
Yo iba a piñón fijo.
-Lo que quiero es follar con tu tía.
Luisiño ya se daba aires de sobrado.
-Todo se andará, colega. Es más, cuando la folles, la vamos a follar los dos. Ahora hablemos de trabajo.
Me iba a traicionar el subconsciente.
-Soy todo polla, digo, soy todo oídos. ¿Cuánto voy a ganar?
-Un veinticinco por ciento de la tajada.
-Te llevas tres partes. El que parte bien reparte, para él la mejor parte.
-Yo también me llevo un veintinco por ciento, la mitad es para el cerebro de la operación.
No lo creí, pero le dije:
-En fin, algo es algo. ¿Y qué tengo que hacer?
-Acompañarme.
-¿Así de fácil?
-De fácil nada, pueden llover hostias, y si llueven hostias nos van a caer encima a los dos.
A mí las peleas nunca me habían asustado, le dije:
-Bueno, si llueve, que llueva.
-Esa es la actitud. En nada vas a ver de que va la cosa.
LA ROJA
Casilda, la Roja, era una mujer de treinta y cinco años, morena y con todo muy bien puesto. Iba con una cesta de ropa sucia en la cabeza en dirección al río, y le dijo Luisiño:
-Cómo chillabas ayer en mi casa cuando te corriste, Roja.
La mujer miró para atrás, por si venía alguien, y le dijo:
-Habla en bajo que te pueden oír.
-A mí me la suda. Al volver del río deja abierta la ventana de tu casa que da a la huerta y ten preparadas quinientas pesetas.
La Roja, puso cara de no quiero.
-¡Eso es mucha pasta!
-Tu ...