-
Ana 6: desencadenada (Parte 3)
Fecha: 25/04/2019, Categorías: Gays Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
La idea fija de cogerse a Federico, el tipo de seguridad del edificio, y a Ramiro, el cadete del supermercado seguía en la mente de Ana. Al cadete ya lo tenía comiendo de su mano. Se había enojado con él porque la última vez que le hizo la entrega no insistió lo suficiente. Pero la próxima vez no podría resistirse. En cambio, con Federico, la cosa era diferente. Hablaban con frecuencia, aunque sólo unos minutos, pero casi todos los días intercambiaban alguna que otra palabra, y de a poco, lo iba conociendo. Tal como había supuesto, era un hombre fiel y de convicciones rígidas. En ningún momento ella se sintió suficientemente cómoda para insinuársele, porque el tipo, si bien era muy simpático, ponía una barrera invisible que no le permitía acercarse más. Una noche, llegando al edificio después de un ensayo, conoció a la mujer de Federico. Los saludó a la distancia, no quería que la mujer supiera que existía cierta confianza entre ellos. Con una sola mirada, se dio cuenta de varias cosas: primero, por la cara de estúpido de él, se notaba que estaba perdidamente enamorado. Segundo, por la panza de ella, era evidente un embarazo avanzado. Esto último podría tener un lado positivo, ya que muchas mujeres con embarazo tan avanzado no mantenían relaciones sexuales. Sin embargo lo tercero que observó le hizo ver que esto no se aplicaba en aquella mujer, y es que se trataba de una hembra extremadamente hermosa y sensual. Pocas mujeres podían rivalizar con la belleza de Ana, y ...
... ella era una de estas raras excepciones. Se trataba de una morocha de pelo lacio y largo, con tatuajes en los brazos. La piel era casi tan perfecta como la de Ana, lisa, solo interrumpida por un lunar encima del labio grueso que resaltaba su belleza. Los ojos azules brillaban impresionantemente. Ana la odió. Y también comprendió que Federico sería un hueso duro de roer. Con semejante mujer le quedarían pocas energías para coger con otras. Porque aquella mujer exudaba sexualidad. Sus tetas, seguramente grandes en circunstancias normales, estaban enormes, llenas de leche materna. Su culo, era enorme, pero mantenía su forma redonda y parada. Era de esas mujeres que se veían aún más hermosas estando encinta. No vestía ropa de embarazada sino un vestido sensual que apenas retenían semejante exuberancia. Estaba segura de que esa mujer satisfacía al Vigilador, ya sea haciéndole un pete con esos labios carnosos, o estrujándole la pija con las tetas. Ana se dio cuenta que había algo positivo en todo esto, y era que, en definitiva, Federico era un hombre mucho más sexual de lo que imaginaba. Para mantener contenta a esa bomba sexy debía de coger muy bien. Pensaba en todo esto mientras subía al ascensor. Estaba muy excitada, apenas llegó a su departamento, se tiró en el sofá y comenzó a masturbarse. Mientras se tocaba pensaba, convencida, que pronto tendría a Federico entre sus piernas. Es de noche y Ana vuelve caminando hasta su departamento. No quiso sacar el auto porque teniendo el ...