1. Las desventuras de Elena


    Fecha: 02/05/2019, Categorías: Incesto Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    Tenía los ojos verdes, de mirar caliente, un rostro de facciones muy atractivas y el cabello castaño con reflejos dorados, rizado. pero que ella mantenía lacio mediante el uso periódico de la correspondiente plancha.
    
    Amaba a su marido, él la amaba y ambos gozaban de un sexo intenso y desprejuiciado. Aquella tarde salió de la bañera y antes de secarse se plantó ante el espejo que le permitía contemplarse de cuerpo entero.
    
    Se sabía hermosa y deseada, muy deseada por compañeros de trabajo, por conocidos y amigos del matrimonio, y por muchos desconocidos que por la calle la comían con los ojos y al pasar le murmuraban obscenidades que azuzaban sus fantasías más secretas, ésas que hasta su marido ignoraba. Le pertenecían a ella y no estaba dispuesta a compartirlas con nadie. Eran su mundo, su parte más profunda y a veces la sumían en la confusión al preguntarse el por qué de esos desvaríos si con su marido lo tenía todo, tanto en lo afectivo como en lo sexual.
    
    Pensando en eso se encontró de pronto sobándose las tetas ante el espejo, deleitándose con la resistencia que esa carne firme ofrecía a sus dedos que ahora jugueteaban con los pezones duros y erectos.
    
    Cerró los ojos mientras su respiración se agitaba y una mano sin control racional, que en su fantasías eran muchas manos, fue bajando despacio hasta su entrepierna. Se abrió los labios genitales e introdujo en su concha dos dedos que comenzó a mover febrilmente alternando con movimientos circulares del pulgar ...
    ... sobre el clítoris, que muy pronto emergió duro y erecto mientras el abundante flujo se derramaba mojándole la parte superior de los muslos. El baño se pobló de hombres que se abalanzaron sobre ella, inmovilizándola dispuestos a todo. Movió la cabeza de un lado al otro varias veces, como queriendo salir de ese trance, y volvió a mirarse al espejo, esta vez con los ojos muy abiertos.
    
    De pronto, unos golpes en la puerta y la voz de su marido:
    
    -¡Elena!... ¡querida!... ¿pasa algo?... ¡me pareció que gritabas!...
    
    "¿Gritar?" –se preguntó alarmada.
    
    -No, mi amor, habrá sido en algún departamento vecino... yo no grité, estoy bien, ya salgo...
    
    -Sí, seguramente fue en otro departamento... es que me asusté, ¿sabés?
    
    -No, querido, tranquilizate... ya estoy con vos... –dijo Elena y tomando el toallón comenzó a secarse mientras procuraba recuperar la calma.
    
    .................
    
    Era imposible no reparar en semejante hembra. La cabeza derecha, en gesto altivo, sus caderas balanceándose provocativamente, la mirada desafiante, el vestido ajustado, con breteles y un escote muy generoso; vestido de hilo blanco que contrastaba con el dorado de la piel.
    
    Volvía de su trabajo en esa oficina del Gobierno y ocurría lo de siempre: hombres que la devoraban con los ojos, otros que se detenían al verla y la esperaban con un piropo subido de tono, alguno más audaz que la seguía por varios metros intentando la conquista, e incluso no pocas mujeres que la envolvían en miradas ávidas y ...
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