1. El síndrome del oso panda (7)


    Fecha: 07/05/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Vero_y_Dany, Fuente: xHamster

    ... un poco la cabeza a un lado… Una mano de Jorge estaba como sopesando uno de los senos de Vero, para después pasar al otro. Y mi mujer no se quejaba, no.Mis manoseos en el sexo de Sandra le estaban provocando un orgasmo, lo traslucían sus gemidos entrecortados. El pene de su marido ya no estaba en su boca, aunque seguía haciendo subir y bajar la mano sobre él.—¡Danyyyy! —gritó de repente, dejándome estupefacto—. Sigue… ¡Aaaaaay!, sigue… ¡Me estoy corriendo!Hubo una sucesión de grititos entrecortados, aunque mis dedos estaban quietos. Me había quedado como paralizado.—Por favor, por favor, por favor… ¡aaaayyyyy! —ahora era Vero la que se estremecía, enervada por mis embestidas y los manoseos del otro hombre en sus pechos— hasta que se dejó llevar a su vez por un orgasmo muy intenso, a juzgar por los gemidos que ya no se m*****aba en disimular.Cuando cesaron sus convulsiones me quedé quieto. Hacía rato ya que Sandra me había hurtado su sexo, cuando se derrumbó sobre su marido jadeando fuertemente. Le besó intensamente, y luego susurró algo a su oído, que no pude entender. Él negó con la cabeza.Vero reclamaba mi atención. Esta vez tomó ella la iniciativa, haciéndome quedar tumbado boca arriba. Se acuclilló sobre mis muslos dándome frente, y yo me ayudé con una mano para poner mi glande en contacto con su dilatada abertura. Se dejó caer lentamente, quedando de rodillas, y con mi erección profundamente introducida. Después apoyó las manos en mis hombros, e inició un enloquecedor ...
    ... movimiento de vaivén con su trasero, provocando que mi pene entrara y saliera alternativamente de su conducto, sin llegar a abandonarle del todo. Mis manos se fueron a sus pechos, que comencé a amasar como antes había hecho el otro hombre.Fijé de nuevo mi atención en la otra pareja: habían adoptado la misma posición que nosotros, solo que Sandra daba la espalda a su marido. También habían invertido su situación, de manera de ahora ella estaba dándome frente. Como hipnotizado, me quedé con la vista fija en el pene del hombre moviéndose rápidamente dentro y fuera de la vagina de Sandra.Cuando Vero y yo lo hacemos en la posición en la que estábamos, hay un síntoma claro de cuando ella está alcanzando el orgasmo: se tiende sobre mí, pasa los brazos en torno a mi cuello para hacer más íntimo el abrazo, y comienza a atrapar mi boca con la suya entreabierta. Y eso es lo que estaba sucediendo.Vero no es muy ruidosa habitualmente cuando alcanza el orgasmo. Pero aquella vez había sobrepasado ya algunos límites, y no le preocupaba al parecer alternar sus mordiscos indoloros en mi boca con frases como “¡Ya, ya!, ¡me corroooo!…”Y el que se corrió fui yo, estimulado por los convulsos movimientos descontrolados de Vero sobre mí, que duraron hasta después de que yo hubiera derramado mi última gota en su interior.En la tumbona de al lado Sandra, acostada sobre su marido, le estaba besando tiernamente, finalizado también su coito.Poco a poco, los cuatro fuimos saliendo de nuestra inmovilidad. 
«12...4567»